Día 25



Cuando desperté, estaba tumbado en una cama. La cabeza aún me daba vueltas, y mis ojos comenzaban a  acostumbrarse a la poca luz que daba la única ventana de la habitación, no estaba tapiada y las cortinas con estampados de flores no estaban echadas, lo que me llevó a la conclusión de que estaba en un segundo piso. La puerta estaba entornada, dejando pasar un fino haz de luz. En el pasillo se escuchaba la conversación de dos hombres. 


                -Lleva casi dos días inconsciente, es un peligro, seguro que está infectado. Charlie, no podemos correr más riesgos.
                -Emma lo ha inspeccionado de arriba abajo y dice que no hay nada, ninguna herida ni rasguño. Además la fiebre le está remitiendo- Era evidente que hablaban de mi, pero… ¿Quién era Charlie, y Emma, y donde estaba Ryan?
                -Pero cuando nos lo encontramos estaba lleno de sangre, ¿cómo es posible que ninguna fuera la suya?
                -Tal vez, sea un… buen superviviente...
                -Charlie, los “buenos supervivientes” están muertos, ahora solo quedamos los tipos con suerte.
                Esa frase se me quedó grabada en la cabeza, las palabras se repetían una y otra vez, como un eco: los “buenos supervivientes” están muertos, ahora solo quedamos los tipos con suerte. Eso quería decir que… ¿Cherry estaba muerta? No, me negaba a pensar eso. Era imposible. Cherry no, ella no. Intenté soltarme aquellas correas a la fuerza. Los dos hombres del pasillo entraron enseguida, y se quedaron cerca de la puerta, poco después entro una chica joven. Todos me dieron una primera impresión bastante mala. Llevaban ropas limpias e iban arreglados, olían bien y llevaban la barba cuidada. A cualquiera le hubiera parecido algo con lo que tranquilizarse, pero a mí me olió, ya de primeras, muy mal. ¿Traje y corbata en un apocalipsis? Yo creo que no. Era evidente que se trataba de un engaño, bastante bueno, ya que la gente a lo primero que se agarra es a la apariencia, y no sabe ver más allá. Pero estos tipos…  tenían algo entre manos.
-¿Estás bien?- Me preguntó la chica acercándose a mí y sentándose en el borde de la cama. Solo cuando sentí su fría mano en mi pecho caí en la cuenta de que estaba desnudo, y solo me tapaba una fina sábana blanca.
-¿Dónde está Ryan? Quiero verle. Sé que está aquí.
-¿Ryan…? ¿Quién es ese chico? Es lo único que has dicho durante estos dos días.
-No os hagáis los estúpidos, él está aquí. ¡¡Ryan!! ¡¡Ryan, ¿Dónde estás?!!
-¡¡Haz que se calle!!- un hombre, el más grandote, se acercó a mí para darme un guantazo, pero la chica le paró, y me tapó la boca.
-Estúpido ¿Quieres tener a todos los muertos de ahí abajo en esta misma habitación? Ni sé te ocurra volver a gritar. ¿¡De acuerdo?!
- Tendríamos que haberle dejado ahí fuera. Menuda pérdida de tiempo. Vámonos Eddie.
Los dos hombres se marcharon y sólo se quedó la chica, que me miraba con ojos de melancolía y compasión.
-¿Pérdida de tiempo? ¿Es qué acaso soy una especie de entretenimiento o algo parecido? Suéltame ahora mismo y dime donde está Ryan.
- No sé quién es Ryan.
-No me mientas- Mi voz se tornó amenazante y ronca- Como le hayáis tocado un solo pelo, juro que acabaré con todos vosotros, da igual cuantos seáis- Su mirada me atravesó y llegó hasta lo más profundo de mi cabeza, después de inspeccionar mi rostro, hizo un sonido de afirmación.
- Tranquilo galán, tu “amiguito” seguro que está a salvo, pero no se encuentra en esta casa. De verdad.- Me quedé mirando a los ojos de la mujer que tenía enfrente, sentada en el lateral de la cama. Mantuvimos las miradas, pero al final la apartó y se levantó- Si quieres algo, avísanos- dijo estirándose la falda- Ah, y recuerda que no estás retenido ni nada de eso, te puedes ir a buscar a tu “amiguito” en cuanto tú quieras.
-Está bien, pero… creo que me quedaré unos días.

Día 23


             La luz de la luna llena inundaba de alargadas sombras el bosque circundante a la casa. Seguí corriendo y me escondí detrás de un árbol. El corazón me iba a 100 por hora, golpeaba mi pecho con fuerza. La adrenalina me hizo actuar rápido y poderme escabullir de la horda de muertos que rodeaban la casa, pero ahora su efecto estaba menguando, y de nuevo el miedo me supero. Pero esta vez logré controlarlo. Ya sabéis, no soy cobarde, pero inevitablemente estas situaciones de vida o muerte quieras o no te superan, aunque seas el “más valiente”. Había dejado atrás a los zombies en el momento en el que decidí deshacerme de la señal de tráfico, ya que lo único que hacía era  ralentizarme y cansarme más de lo necesario. Sin embargo, por lo que parecía no me había alejado lo suficiente de ellos. Los lamentos  y el crujir  de las ramas al romperse al pisarlas me habían seguido hasta allí, y cada vez los tenía más cerca. El tiempo corría y mi mente estaba embotada (solo pensaba en la cantidad de zombies que se habían reunido alrededor de la casa). No podía pensar, miraba a los lados, intentando encontrar algo, aunque no sabía el que. Era gracioso lo tranquilo que parecía el bosque a pesar de todo lo que estaba sucediendo a sus pies. A través de de las ramas se podía ver la luna, redonda y blanca. En la copa de uno de los árboles había un búho iluminado por la luz de la noche, me miraba fijamente, supongo de pensar estaría pensando, ¿Qué hace hay parado, porque no huye? Le devolví la mirada, y en ese momento no sé si por la desesperación o el que fue, pareció que el búho señaló hacia mi izquierda. Cerca de donde estaba había una piedra, lo suficientemente grande y pesada como para poder hacer bastante daño. Me arme de valor y agarré la piedra. Con la piedra en la mano, bien aferrada, me abalancé contra uno de ellos. Caí encima del zombie, el primer golpe no fue lo suficiente como para romperle la cabeza, así que comencé a darle más y más golpes, uno detrás de otro.  La sangre medio coagulada salpicó por todas partes, y mi ropa (Que robé durante la semana que estuvimos huyendo de los zombies) quedó casi por completo empapada en sangre. La piedra y mi mano se habían teñido de un color escarlata oscuro. La cabeza estaba machacada, casi no había resto del cráneo y entre los trozos de hueso había una masa viscosa y sanguinolenta. En el momento en que toda aquella sangre había salido, un olor espantoso me azotó la cara. Era un hedor tan intenso que casi se podía tocar.  Otro de ellos se acercó por detrás moviendo la cabeza,  modo serpiente, no tenía brazos y sus intestinos arrastraban por el suelo desde un gran agujero en la tripa. Me giré y le di una patada en las costillas (recuerdo que durante varios años he estado yendo a clase de judo durante bastante años, ahí es donde conocí a Ryan, (Día 1 del diario) el zombie salió volando un par de metros hasta chocar con el tronco de un árbol, me sorprendió lo fácil que había sido derribarlo de una patada, a penas pesaba. Fui hacia él y dejé caer con fuerza la piedra sobre su cabeza, enseguida dejó de moverse.  Si había hecho bien mis cuentas y no se había unido ninguno al grupo que me perseguía, solamente me debían de quedar 2 ó 3 por matar. Fui andando hacía donde se supone que había dejado la señal, pero fue difícil de encontrar, ya que cuando estaba corriendo en lo menos que pensaba era el camino que estaba tomando. Seguí andando por el bosque sin ningún imprevisto, por fin encontré la señal, pero estaba al lado de un grupo de zombies, y cada vez que se alejaba más de mi posición y se acercaba al principio del bosque había más y más. Estaban andando, despacio, algunos arrastrando los pies, otros arrastrando el cuerpo entero, parecía como si al haberme seguido un pequeño grupo todos se hubieran dispuesto a seguirlos a ellos. Por suerte, había una distancia bastante grande entre muerto y muerto así que decidí acercarme de frente a ellos y coger la señal, total, eran lentos y no pesaban nada, de un empujón, o atada se les podía apartar. Fui corriendo, los brazos de los zombies se abalanzaban sobre mí, pero los esquivaba agachándome o con una patada. Llegué a donde estaba la señal, y a partir de ahí fue un poco angustioso, cada vez estaban más cerca y cada vez lo tenía más difícil para esquivarlos. Fui dando ostias a diestro y siniestro, como si de un bate de béisbol se tratase, con cada golpe varios zombies se caían al suelo. Ya estaba cerca de la casa. Podía ver las velas iluminando el interior entre las rendijas de los tablones que bloqueaban las ventanas. Las escaleras que subían al porche estaban bajo mis pies, cuando un zombie me agarró, y me hizo caer. Me di con el suelo en la cabeza. Todo se hizo borroso, y cuando estaba a punto de desmayarme, una voz irrumpió en mi cabeza. Me giré y vi una silueta de un chico. Lo único que pude decir antes de perder el conocimiento fue: Ryan…

Día 21


              Estuvimos andando sin parar hasta que el sol estaba sobre nuestras cabezas. Habíamos continuado recto siguiendo la carretera, pero al descansar nos desviamos hacia el interior de la zona arbolada, para refugiarnos del calor y descansar en algún árbol bajo su gran sombra. Saqué las cosas de la mochila para volver a hacerme una idea de lo que teníamos. Bebimos un poco de agua, y racionalizamos la comida. Decidimos comer solo a mediodía y la cena, prescindiríamos (evidentemente) del desayuno, ya que la única comida que teníamos estaba enlatada, y no quisimos arriesgarnos a dejarlo abierto y que se vertiera o se pusiera malo.  Después de beber, me tumbe e intenté dormir un poco, pero me fue imposible conciliar el sueño, ya fuese por la cantidad de luz que había o porque mi cabeza no podía parar de dar vueltas a todo este asunto. Me quedé mirando a ningún sitio en concreto, con la vista perdida en no sé dónde. Pasados unos minutos escuche la voz de Ryan hablándome. Gire la cabeza para mirarle, y vi que sus labios seguían moviéndose, pero solo podía fijarme en sus ojos. Putos ojos azules.
                -¿A que sí?- concluyó Ryan.
                -Mmm… Sí, claro que sí- contesté dubitativo.
                -No me estabas haciendo caso, ¿Verdad?
                -No, no, si te lo estaba haciendo, solo que me he ido de la conversación. Ya sabes, estaba pensando.
                - ¿En qué?
                -Pues… en cosas.
                -¿En cosas?
                -Si, en cosas – (Está parte de la conversación me resulta ahora igual de estúpida que en el momento)- ¿Por qué tienes tantas ganas de saberlo? Solamente eran estupideces- Ryan se rió.
                - Si fueran estupideces, me las dirías y punto, ¿No crees?- dijo con esa sonrisilla de sabelotodo, en plan te estoy ganando, y me voy a salir con la mía, gilipollas. (Pero para gilipollas está él. A mí nadie me deja por debajo).
                -Pero puede que para ti sean estupideces y para mí no lo sean- Bajo la mirada y volvió a mirarme.
                - Si no me lo dices jamás podremos averiguar si son estupideces- Y en ese momento, señoras y señores, es cuando pillé por donde iba. Se pensaba que estaba pensando en él. Y en cierto modo puede que tuviera un poco de razón, pero como ya he dicho nadie me deja por debajo.
                - Estaba pensando en…
                - ¿En…? – cada vez sonreía más y más. Iba a ser muy cruel, pero se lo merecía, por egocéntrico.
                -Pues eso, que estaba pensando en Cherry. Le echo de menos- La cara de Ryan se transformó. La sonrisa desapareció y bajó la mirada.
                - Ah, claro, Cherry- dijo con la voz decaída. Se levantó y se limpio el pantalón de tierra- Me voy a dar una vuelta.
                - Vale, pero no te alejes. Llévate esto- Le di la pistola y yo me quedé con la señal de tráfico- Si encuentras algo mejor que la señal, sería de agradecer- Dije con una sonrisa a modo de disculpa.
                -Seguro- cogió el arma y se fue.
                Me sentía bastante culpable. Yo creo que ya debería estar acostumbrado, ya que normalmente era así de cabronazo con la gente, iba a donde les dolía. Pero aún así, me seguían dando pena y me acaba arrepintiendo, pero normalmente era demasiado tarde, el daño estaba hecho, igual que con Ryan. Él sabía que me seguía gustando Cherry y que seguía enamorado de ella, pero también sabía que sentía algo por él, y jugaba con eso. Cuando estaba con Ryan, Cherry quedaba relegada de ese primer plano, pero aún así ella seguía siendo la primera. Bueno, dejémonos de rayadas. Ahora mi principal objetivo es encontrar a Cherry y refugiarnos en un lugar seguro. El problema es que ambas partes van a ser sumamente complicadas. Seguí pensando y me sumergí de lleno en mis pensamientos y en un profundo sueño.
                Cuando desperté comenzaba a ser de noche. Enseguida caí en la cuenta de que Ryan no había vuelto. La idea de volver a quedarme solo y a la vez pensar que podía estar “convertido” hizo que de inmediato me pusiera a buscarle como un loco por la oscuridad del bosque. Estaba asustado, necesitaba encontrarle. No podía permitir que la otra persona a la que (quería) tenía un cierto cariño desapareciera también. Me fui adentrando en el bosque. Y seguía sin haber rastro de Ryan.
                De pronto entre la espesura de los árboles me llegó un ruido inconfundible: El lamento de los muertos.  Corrí tan rápido como pude hacía el  sonido, pensando que Ryan estaba en peligro. Seguí corriendo y llegué a una explanada. Me paré en seco. Ante mí había toda una legión de zombies rodeando una casa de madera de dos pisos. Los zombies más cercanos a mí se giraron y abrieron sus fauces. Salí huyendo de allí. Sabía que Ryan estaba encerrado en ese sitio. Pero ahora mismo estaba siendo seguido por cinco de esos gules. Tenía que pensar en una forma de librarme de ellos, y rápido. 

Día 20

                Un escalofrío subió  por la espalda y llegó hasta el cogote, donde se me erizó el pelo. Oía su respiración, cerré durante unos segundos los ojos e intenté calmarme, tenía miedo de que al abrirlos tuviera la cara ensangrentada y herida de un zombie rabioso a punto de abalanzarse sobre mi. El corazón comenzó a bombear sangre como loco, y en las sienes empezó a retumbar los latidos, parecía como si mi cabeza fuese a explotar de un momento a otro. Abrí los ojos muy lentamente...
                    - ¡Hey!- El susto que me llevé fue tal que me incorporé casi de inmediato con un pequeño gritó, no de niña pequeña, pero sí un pelín agudo para lo que suele ser mi voz. Cuando vi entre las sombras del amanecer la cara de Ryan, comencé a sentirme cabreado, aliviado, estañado también, pero sobre todo agradecido por poder estar con él y no pasar el resto de mis días solo. Comenzó a reír y yo le seguí avergonzado, era evidente que se había dado cuenta de lo cagado que había estado al escucharle detrás mía.
                       - ¿Tan feo soy?- dijo Ryan sonriendo.
                       - Sabes que no lo eres.
                       -Bueno, eso es lo que tú dices- Me tendió la mano para ayudarme a levantarme. El roce con su piel me lleno de calor. Él no significaba nada para mí, si lo comparamos con Cherry, ¿Eso está claro, no? Ahora caigo en que esa fue la primera vez que toque a Ryan, y lo cierto es que algo volvió a brotar dentro de mí. Algunas personas son reacias a pensar que un hombre o una mujer pueden enamorarse de dos personas de distinto sexo, piensan que no es normal, que no es posible y que la gente que así lo hacen, están perdidos y no saben lo que quieren, en conclusión, no creen en la Bisexualidad. Pero yo, desde esta carretera dejada de la mano de Dios, les puedo decir tres palabras muy claras: Y una mierda. El amor no es una cuestión de sexos, ni siquiera de gustos, solo es amor... no tiene sentido, así que no intentéis buscárselo  y desde luego no es nada fácil estar enamorado. Yo estoy locamente enamorado de Cherry, y me gusta follar con ella y con otras mujeres, pero también es cierto, que algo dentro de mí me esta empujando a los brazos de Ryan, y... ¿si, por que no? también me le tiraría si llegara la ocasión. Después de quedarme mirando sus ojos ( esos ojos hipnotizan, más que los de Cherry y eso si que es difícil) nos dispusimos a caminar.
                     Los gemidos procedentes de la ciudad seguían llegando hasta mis oídos, pero ahora era distinto, porque estaba con Ryan. Comenzamos a andar, mientras tanto empecé a hacer un inventario mental. Para comer solamente contábamos con tres latas de comida y una botella de agua para dos personas, y el único arma que disponíamos era la 9 mm. Lo primero de todo era encontrar un arma para Ryan y lo que más necesitamos ahora mismo es algo contundente con lo que destrozar un par de cráneos. Buscamos por los matojillos de al lado de al carretera. Pensé que tal vez un eje de algún coche, o parte de la chapa rota nos servirían en el caso de tener que enfrentarnos con los muertos.
                         Tras varias horas buscando, la claridad de la mañana nos permitió encontrar una señal de tráfico rota y abollada, seguramente algún coche se la habría llevado por delante tiempo atrás ya que el metal presentaba claras evidencias del paso del tiempo, estaba todo cubierto por una fina capa de óxido. La levantamos del suelo, era pesada y abultaba un cojón, pero de momento era lo mejor que teníamos. Mire a Ryan con cara de : Lo vas a llevar tu si o si, y gracias a Dios lo pilló a la primera.
                             - Ya lo llevó yo, no te preocupes, tu lleva al mochila- Dijo sonriendo amable.
                            - Así me gusta, obediente- Dije por lo bajini.
                            -¿Has dicho algo, Dk?
                            - ¿Ehh?, ah. No, nada. Solo decía que gracias.
                          La salida completa del sol, nos dio la señal de salida para comenzar a andar, en la misma dirección por la que la furgoneta se había esfumado.
                           

Dia 18

             El sol había desaparecido para entonces, hacía varios minutos que habíamos pasado aquella sombra, que parecía humana, pero nadie dijo nada.
          
                 Todos los que estábamos en la furgoneta pensamos que de tratarse de una persona seguro que se trataba de un zombie que se había separado de la masa de muertos que gobernaban ahora nuestra ciudad. Es cierto que a primera vista podía parecer un cadáver andante de los miles que había, pero algo dentro de mí me decía que nos confundíamos y que aquella muchacha estaba viva. 

                   - Sra. Smeet, gire, tenemos que volver a asegurarnos de que era eso.
               - Lo siento Devian, a penas tenemos combustible como para llegar a nuestro destino, así que menos para alargar nuestro viaje innecesariamente por una corazonada tuya que te dice que esa sombre que hemos visto es de verdad una persona.
                -¿Nuestro destino?¿ Qué es lo que se supone que es para usted nuestro "destino"? Porque que yo sepa en todas las mierdas estas de los zombies, siempre en todas las pelis el lugar que se supone que es seguro acaba siendo una puta trampa sin salida. Así que o nos damos la vuelta ahora mismo, o paré el coche. Yo voy a ver que es.

                   Tras una acalorada discusión de  apenas un par de minutos salí del coche con tres latas de comida y una botella de agua, por suerte aún tenía  enganchado a mi cinturón la pistola que Cherry nos había dejado.
                      La noche había caído con toda su belleza y brutalidad sobre la costa oeste. Había dejado a mis espaldas el coche, que nada más bajarme arrancaron y se fueron. Frente a mí se alzaba amenazante un conjunto de edificios de acero y hormigón, tristes, solitarios y sin luz. Extrañamente aquella noche el único ruido que rompía el silencio de la oscuridad eran los gemidos de los muertos a la espera de más carne fresca que poder llevarse a la boca. 
                         Me quedé tumbado en medio de la carretera, mirando a las estrellas y pensando, desde que todo se había ido a la mierda no había tenido mucho tiempo, y antes de que esto comenzara tampoco es que me hubiera parado ha hacerlo. Más que pensar me estuve martirizando sobre como había sido capaz de hacer tanto daño a Cherry. No sé como pude ser capaz  de perder a la persona que más quería ( y sigo queriendo). Y ahora para colmo no se si seguirá con vida, a si que podría decirse que estoy bastante jodido. La única razón por la que bajé del coche fue porque de verdad pensaba, o más bien quería pensar que se trataba de Cherry. Aunque claro, no sé  por qué me preocupo por ella, si hay alguien capaz de salir con vida de esto, esa es mi chica. Bueno, mi ex-novia, bueno... no sé que cojones somos ahora mismo, no sé que ha pasado entre nosotros, no sé si quiera si ella está pensando en mí ahora mismo, o si está pensando en alguna otra persona. La verdad es que a pesar de toda esta mierda de los zombies y todo el rollo, sigo pensando en ella, solo en ella , todo el tiempo, a cada instante que ha pasado desde la fiesta de disfraces en mi casa. 

                        Había algo  detrás mio, escuché, cada vez más cerca, sus pasos cansados, arrastrando los pies. En el momento en que se dejaron de escuchar, el miedo me recorrió todo el cuerpo y me quedé paralizado,  fuese lo que fuese estaba detrás mía, observándome.


Día 17


              Corre, sigue corriendo. Uno, dos. Uno, dos. No mires atrás, no puedes mirar atrás. Hace tiempo que perdiste ese lujo. No tienes la posibilidad de parar, si lo haces todo acabará, aquí y ahora. Pero... ¿sabéis lo peor de tener que seguir adelante sin parar ni un solo segundo? Lo peor de todo son las lágrimas, se van acumulando, acuden a tus ojos, deseando salir, tanto como tú deseas escapar de todo. Escapar de los problemas y de las tonterías que el mundo te depara. Pero en mi caso los problemas me persiguen, me persiguen y no dan un segundo de descanso. Porque tienen hambre y quieren devorarme, acabar conmigo. Humn.... Acabar conmigo... Unos mitos de dolor, de inaguantable sufrimiento y todo llegaría a su fin. 
No más prisas, ni más agonía, ni más: ¿Qué pasará mañana? 
                En un segundo acabaría todo, para siempre. Un viaje de no retorno. No puedo pensar de ese modo, Cherry me está esperando. Sé que en este mismo instante está pensando en mí como yo en ella. Por ese motivo no me detuve ni un solo segundo, seguí corriendo y corriendo por las calles de la ciudad, con los putos muertos pisándonos los talones. Corrimos, corrimos sin mirar atrás hasta llegar a nuestro refugio. Las tres personas que nos habían salvado en aquel callejón también se guarecieron en el almacén.

                Los putos muertos nos siguieron hasta allí. Así que en unas pocas horas tuvimos que volver a correr. Pero en esas horas me dio tiempo a darme cuenta de lo falsa que puede llegar a ser Wendy y lo rastrera que es Rosse. También me di cuenta de lo ingenua que es la gente. Wendy estuvo encandilando a Jonathan (un señor entrado en años), a si se llamaba uno de los nos salvó. A cambio de protección y comida Wendy vendería su alma al diablo. Pero en esta ocasión solo abrió las piernas, como de costumbre. Después amenazó con contárselo a su mujer, y… ¿¡Adivináis quienes es su mujer!? No sé cómo fue posible pero a si es, ella nos encontró y nos salvó de los zombis. Comenzó a disparar con un  rifle de cazador de su marido, Jonathan. Allá va. La mujer e Jonathan es la Sra. Smeet. Si, nuestra profesora de Lengua, la que me mandó que escribiera este diario. El mundo es un puto pañuelo, tan mugriento y lleno de porquería que es imposible no toparse con alguna mierda.
                Después de suplicas y más suplicas Wendy se salió con la suya y “nos” consiguió comida, y una escopeta y otra pistola.( El “nos” lo pongo entre comillas, porque conociéndola no nos las daría así por las buenas, pediría algo a cambio)
                Tras entablar una conversación más o menos larga con la Sra. Smeet comprendí que no era la bruja asquerosa por la que se hacía pasar en el instituto. Si no que era una adorable anciana con los pies en la tierra y un buen par de cojones.  Me contó que los zombis entraron en su casa cuando su marido estaba durmiendo, que ella cogió la lámpara de la camilla de noche y atizó al zombie que había irrumpido en la habitación hasta abrirle el cráneo, después despertó a su marido y los dos salieron de la casa armados con las armas que Wendy nos había conseguido (dejándoles a ellos indefensos) y un puñado de pastitas.
                Cuando los muertos lograron romper la puerta del almacén, comenzaron mis clases prácticas de tiro. Pronto me familiaricé con la 9 mm que nos dejó Cherry y empecé a ser realmente una ayuda.  Terminamos la matanza, cogimos nuestras pertenencias y nos fuimos corriendo. Erik, la tercera persona que comente antes que nos salvó, hizo un puente a un camión del almacén y subimos allí. Nos dirigimos hacia las afueras, todo fue tranquilo, hasta que los faros del camión iluminaron entre la oscuridad de la noche a un transeúnte al lado de la autopista.
                

Día 14



                 Hemos estado huyendo durante 5, sin parar, corriendo y alejándonos de la ciudad. Estaba infestada de zombies, cada hora, cada minuto parecían duplicarse. Esto últimos días han sido horribles, la verdad es que pensé que todo terminaría para nosotros en el momento en el que nos encontrábamos atrapados en un callejón sin salida.


                El noveno día al caer la tarde, nos encontrábamos en un callejón, rodeados de putos zombis, no teníamos nada con lo que atacar, o más bien no se me ocurrió que en mis pantalones tenía la pistola que Cherry nos dejó en aquel armario (fallo mío). Cuando todo parecía llegar al final para nosotros un tirador desconocido empezó a revenar cabezas a diestro y siniestro, pero no había nadie que pudiera disparar. Cuando nos dimos cuenta de que quien disparaba estaba haciéndolo desde un depósito de agua en la azotea de un edificio de dos plantas, dos de sus compañeros habían bajado hasta el callejón e intentaban abrir con una cizalla el candado de las verjas que nos impedían el paso.
            
                 Los disparos fueron para los zombis como señales luminosas que indicaban la posición de carne fresca, así que todos los habitantes de la ciudad se habían congregado en aquellas cuatro calles colindantes al callejón esperando su turno para darse un atracón.
                Tuvimos que irnos de la ciudad, ya no era segura. Lo peor de todo es que Cherry aún sigue allí.

Día 9


               Bueno, el caso es que no, internet no es nada fiable, un ataque terrorista... Yo creo que no. ¿Gente muere por heridas y al cabo de unos minutos este moviéndose y son ganas de comerse a todo lo que se mueve? ¿Ataque terrorista? ¿Por todo el globo? Repito, yo creo que no. Lo último, ultimísimo que escuchamos fue por un aviso de emergencia que decía que los muertos habían tomado la ciudad. Nosotros decidimos ir a la casa de Cherry (era lo que más cerca teníamos) para ir a buscar comida y armas. El padre de Cherry era comandante de los Delta. Un grupo de combate en tierra. En una ocasión Cherry me había dicho que había un armario al lado de las escaleras que subían al segundo piso que estaba completamente lleno de armas y munición. Así que Ryan, Rosse y yo nos fuimos hacia casa de Cherry, mientras que Marcus y Wendy se quedarían en el almacén para protegerlo de esas cosas. Habían tablones de madera y taladradoras, martillos, tornillos, clavos, estábamos provistos de materiales para hacer un buen reforzamiento de las pocas ventanas que había en aquella gran sala. Así pues los dejamos trabajando y nos fuimos a inspeccionar la casa.
Cuando llegamos todo seguía exactamente igual, fuimos a por latas de comida pero ya era tarde, alguien había sido más rápido que nosotros y había cogido todas las latas de comida. Me dirigí hacía el armario. ¡No podía ser, también habían robado las armas! Era imposible nadie sabría eso, nadie podía haber sabido donde guardaban la llave, nadie excepto... ¡Cherry, ella seguía viva! Solo había dejado una 9 mm con sus cargadores correspondientes, también había dejado, unas bolsas de patatas fritas y unos cruasanes de fábrica y una botella de agua. Y una nota que decía.
                -Suerte-
               ¿¡Suerte, oh venga, estas de coña?! ¿Suerte? ¿Suerte? ¿A quien cojones se le ocurre poner suerte en un puto apocalipsis zombie? Pero bueno, al fin y al cabo quería decir que estaba viva, Cherry estaba viva. La encontraría costase lo que costase. La buscaría hasta el fin de mis días, hasta mi último aliento. No pararía hasta encontrarla. Entramos con cuidado por la puerta trasera del almacén. Wendy y Marcus estaban hablando, seguramente echando pestes de todo el mundo, pero cuando nos vieron se callaron enseguida. 
                -¿Qué ha pasado con la comida? ¿Y las armas?- dijo Wendy mirándonos de arriba a abajo.
                -Esta viva.
                -¿Qué?- se acercó a Rosse y dijo en bajo-  ¿Se ha vuelto definitivamente loco?- Rosse negó con la cabeza. Y su amiga puso cara de extraño.
                -Cherry, Cherry sigue viva. Sigue viva y nos ha dejado una nota. 
                -Wow, Cherry sigue viva, que bien
                -Eh, Wendy no te pases. Alégrate.
                -Si, si me cabreo. Decís que vais a por armas y comida, y venís con ¿qué? ¿Con que tenemos que ir a por una boca más que alimentar? Venga tío, no sé como cojones quieres que me lo tome. 
                -Haz lo que quieras, yo voy a por ella- Comimos las patatas, terminamos de reforzar puertas y ventanas y nos dirigimos todos en busca de Cherry. 

               A los pocos kilómetros nos quedamos sin combustible y los muertos nos rodearon, corrimos hacia una calle sin salida, una verja nos impedía seguir nuestro camino. Los ojos de todos aquellos muertos que venían hacia nosotros estaban inyectados odio e ira. Caminaba lentos y torpes algunos, otros un poco más ágiles. Miré hacia ambos lados, nadie sabía qué hacer, estábamos aterrados. Pero no, hoy no íbamos a morir. Cogí una taca de metal de un cubo de basura y comencé a aplastar cabezas. Acabé con dos y la tapa ya estaba machacada. Piensa, Piensa, me decía a mí mismo, piensa, piensa, tiene que haber alguna solución. Cada vez estaban más cerca. Marcus y Ryan empezaron a empujar la verja, pero nada, las cadenas que la cerraban era muy fuerte. Estaban a tan solo un paso. La luz del día desapareció rápidamente, hasta el Sol nos había abandonado, ya solo podíamos rezar.
Sin previo aviso, BUM! Uno de esos caminantes calló a nuestro lado, y después otro, y otro. Todos alzamos la vista hacia el frente, pero allí no había nadie. 

Día 7


No, jamás en la vida podía haber adivinado, ni de lejos lo que sucedió esa noche de viernes por la noche. Los hechos se sucedieron de la siguiente forma: 

(Volvamos a la madrugada del día 6, mi habitación, con 6 personas allí metidas)

                - Tú qué haces aquí, Ryan?-le dije entre confuso y cabreado. Creí saber lo que iba a suceder a continuación y en cierta parte así fue, pero ya digo, solo en cierta parte. 
                - Uh, el que faltaba en la gran noche de Dk, por fin todos sabremos la verdad, ?a que si, Dk?- Wendy abrió su enorme bocaza para estropearlo todo, como siempre, asquerosa zorra manipuladora.
                -De que está hablando, ¿Dev? ¿Qué verdad?- Cherry me miró a los ojos esperando una respuesta sincera, pero en vez de eso obtuvo más mentiras. Aparté los ojos de su mirada y miré al frente, hacia Wendy, Rosse y Marcus.
                - No sé de qué habla, Cherry, de verdad'- Cherry miró a Wendy.
                - Cuéntame la verdad, Wendy- Cherry se levanto del suelo y respiró profundamente.
                - Bueno, ya no tiene la misma gracia que si no quisieras escuchar la verdad, pero con tal de joderle la vida a Dk te lo contaré. Bien...- hizo una pequeña pausa dramática, la muy zorra sabía actuar- Sintiéndolo mucho, tu querido novio te está engañando con la princesita de la puerta. Todos miramos hacia la puerta y vimos a Ryan.
                -  ¿¡Qué ¡? Eso es mentira, y lo sabes Wendy- Cherry me miró, como cuando tus padres te miran con desaprobación cuando suspendes un examen o rompes alguna cosa.
- no te creía capaz. De verdad que no lo creía- Cherry salió por la puerta, pero yo corrí y le cogí la mano-¡Que no me toques! Dk olvídame, olvídame PARA SIEMPRE.
                Vi como la persona a la que más quería se iba, y mi mundo se vino abajo durante unos segundos, pero tenía que recomponerme y ser fuerte, escuché el motor del coche de Cherry al arrancar. Esos segundos pasaron a ser minutos, largos minutos allí parado en medio del pasillo mientras la vida continuaba. La voz de Ryan me sacó de golpe del ensoñamiento en el que la ruptura con Cherry me había sumido. 

                -¿Eh? ¿Porqué ha parado la música?- De repente y sin previo aviso los gritos invadieron el piso de abajo, gritos de terror y dolor. ¿¡Qué cojones pasaba?! Era una fiesta, ¿¡Quien grita así en una fiesta?! Desde el piso de abajo se escuchaban , platos que se rompían, cosas cayéndose, gritos de dolor, gritos de gente pidiendo ayuda, también se escuchaba como cosas desgarrándose. Y en medio de aquella locura estábamos nosotros en el piso de arriba, tranquilidad total.... Hasta que un tipo, Isaac subió corriendo, se quedó parado mirándonos, miro hacia abajo de las escaleras y siguió corriendo hacia nosotros.
                - Corred, corred, joder, cooorred!!!!- Isaac grito y parecía que se rompía por dentro del miedo. Pero en ese momento no pensamos en si hacerle caso o no, solo corrimos y nos metimos en la habitación. Dentro se encontraban los demás, Wendy, Marcus y Rosse.
                - Joder macho, ¿¡Qué cojones te ha pasado?!- gritó Marcus retrocediendo un par de pasos. Ryan y yo miramos al chico que nos había dicho que cerrásemos. Estaba lleno de sangre, en la cara tenía solamente unas salpicaduras, pero la ropa estaba bañada en sangre, la camiseta se le pegaba a los michelines y a los pechos flácidos y caídos de gordo que tenía, los vaqueros estaban también manchados de sangre, menos que la camiseta pero aun así era notable la cantidad de sangre. 
                -Ey ey ey, macho, Cuéntanos ahora mismo que ha pasado- lo menos que nos debía era una explicación, a parte de un viaje a la tintorería, la moqueta estaba completamente enrojecida alrededor del chico.
                - Allí abajo es.... es... No, no, no sé qué coño ha pasado, yo estaba en el baño de abajo y de repente, me han atacado y he caído al suelo, que estaba lleno de sangre y...
                - Oh macho, ¿Cómo voy a limpiar todo esto? mis padres me van a matar.
Alguien desde la otra puerta comenzó a dar porrazos, tenía mucha fuerza. 
                - No, ¡¡¡No abráis son ellos!!! Son ellos, son ellos... Son ellos... - Marcus y yo nos pusimos de espaldas contra la puerta para que no pudieran entrar fuera quien fuese, yo solo intentaba entender todo aquello. De repente alguien atravesó la puerta de un puñetazo y he de admitir que todos gritamos. Después otro brazo, y otro, todos ellos ensangrentados y.... ¿Con mordeduras? No, era imposible.
                -¡Por aquí! Vamos, al baño corred vamos- gritó Isaac. Cogí mi cámara de fotos (que siempre que podía la llevaba conmigo) y entramos en el baño y cuando cerramos la puerta del baño y la atrancamos oímos como caía la puerta de mi habitación. ¿¡Qué cojones había ahí fuera?! Se escuchaba como respiraciones forzadas, como cuando un paciente de un hospital va a morir y le cuesta respirar.
                - Vamos por aquí, no podemos quedarnos en la casa.
                - ¿Qué? A no no, no pienso meterme por ahí- Isaac nos dijo que teníamos que salir por una ventana del baño que daba a un tejadillo. 
                -¿¡Quieres morir?!- grito Isaac
                - No, es evidente.
                - pues entonces mueve tu culo, mete tripa y entra por esta maldita ventana- dijo Wendy cuando ya estaba casi fuera del baño.
                - vale, salid, yo seré la ultima- Rosse estaba comenzando a sonrojarse y a agobiarse, la comenzó a sudar el labio de arriba y la papada también.
                -No, yo te ayudaré desde aquí dentro- se ofreció Isaac.
Cuando ya habíamos salido todos sin problemas tocó el turno a Rosse, que evidentemente se quedó atascada y comenzó a gritar porque pensó que se quedaría allí atascada para toda la vida, pero ni Marcus ni yo, ni tampoco Isaac paramos de empujar. Un estruendoso golpe sonó y a continuación un “oh, mierda” de Isaac.
                Gracias a Dios, o Alá, buda, gracias a quien fuese pudimos sacar de allí a Rosse, pero desgraciadamente vimos como esas "cosas" devoraban al chico. Primero fueron mordiendo los brazos, las piernas y el cuello, después vino una chica ensangrentada disfrazada de animadora, y abrió la tripa de Isaac como si fuera mantequilla. Las tripas del chico se esparcían por todo el suelo del baño. El seguía intentando decirnos algo pero lo único que salía de su garganta era sangre y más sangre, borbotones de sangre que le hacían ahogarse. Los cinco nos quedamos mirando aquella horrible escena.

                Hubiera deseado derrumbarme allí mismo, caerme de rodillas, comenzar a llorar y no parar jamás, pero es gracioso lo mucho que nos infravaloramos, pensamos que nuestra vida terminará si nuestra pareja nos deja, que el ver una muerte nos marcará de por vida, y allí estábamos, cinco adolescentes, serios, tristes pero sin una lágrima en los ojos. Y es en esos momentos cuando realmente nos damos cuenta de lo fuerte que es el ser humano, de que el instinto de sobrevivir es más fuerte de lo que todo el mundo se piensa.
El caso es que salimos corriendo sobre el tejadillo de la casa, y después saltamos hacia el jardín. Cuando todos habían entrado en el coche comencé a conducir a todo gas por la carretera de la urbanización. Mientras que íbamos avanzando nos encontrábamos con un panorama más y más desolador. Terribles accidentes de coche, camiones ardiendo, gente corriendo, gente gritando y disparando a otras personas. Parecía que todo el mundo se había vuelto loco.  Sin previo aviso un grupo de personas sangrando corrían tras nuestro coche, y cada vez había más y más no paraban de unirse nuevas personas. Algunas tenían un aspecto horrible y dudé mucho en que siguieran vivos, aunque estuvieran corriendo tras nosotros.
Para cuando entramos en el barrio de los suburbios de Cherry los habíamos dado esquinazo y el sol comenzaba a salir. Allí, en esa parte de la ciudad, parecía como si nadie hubiera vivido jamás en ese lugar. Las calles estaban completamente vacías, no había ningún desperfecto, y fuera del coche no se escuchaba un solo ruido, ni pájaros cantar, ni tampoco perros ladrar.

                Entramos en casa de Cherry y vimos que toda la casa estaba manchada de sangre, en el salón encontramos el cuerpo del hermano de Cherry, Alex. Le faltaba la mitad de la cabeza, ahora solo parecía un ser inerte, todo el brillo de sus ojazos azules había desaparecido y en lugar de la felicidad que antes brotaban de ellos, ahora sólo había vació.  No lloré por él ni por su padre que se encontraba en la cama de la habitación de matrimonio con un balazo entre ceja y ceja, no paré ni un segundo, tenía que encontrar a Cherry. Seguimos un rastro de sangre hasta su habitación, abrí lentamente la puerta y allí no había aparentemente nadie, el disfraz de Cherry se encontraba sobre la cama, pero aun así no había ni rastro de ella. Entre en el baño de la habitación, el susto casi me deja en el sitio. La madre de Cherry estaba arrodillada en el suelo del baño junto a un montón de… ¿Huesos y carne? Parecía que antes esos huesos y esa carne habían sido parte de un todo pero ahora solo parecían piezas sueltas de un puzle inexistente. Su madre se giró, tenía todo manchado de sangre alrededor de la boca, vino corriendo hacia nosotros, todos dimos un grito asustados y cerré la puerta en sus narices, se escuchó el golpe de la colisión contra la puerta.  O Dios mío, era Cherry seguro que era Cherry. Alguien dijo que era hora de irse, pero no lo escuche bien, me había sumido en una pena tan profunda y tan oscura que la realidad estuvo a punto de desaparecer. Caí de rodillas llorando desconsoladamente, lloré por Alex, lloré por su madre y por su padre, y también lloré por Isaac (bueno, por Isaac no) pero por quien más lloré y casi muero de pena fue por Cherry. Todas las promesas de estar siempre juntos, todas las palabras bonitas y los momentos de felicidad quedaron vacios en un par de minutos. Ella ya no estaba, se había ido para siempre. Y de repente, una voz suave y dulce me salvo de aquel pozo, alguien me susurró al odio.
                -Vamos, tenemos que irnos, D- Ryan me agarró por los hombros y me levantó del suelo, y también, sin él saberlo, me sacó del pozo del sufrimiento. Salimos fuera de la habitación, pero antes eché un último vistazo. Bajamos las escaleras y entramos en el coche.
                Lo cierto es que no recuerdo más. Me quede dormido, ellos me han dicho que no pare de decir cosas sobre un abrigo, un abrigo azul. Entonces saltó esa chispa de duda en mí. El abrigo de Cherry no estaba donde siempre lo dejaba colgado.
                Ahora estamos escondido en un almacén entre el barrio de Cherry y el centro de la ciudad, aquí parece que estamos a salvo. Pero seguro que no por mucho tiempo. Aún no sabemos que son esas cosas, los canales de televisión no funcionan y los teléfonos tampoco, por la radio han dicho que nos mantengamos encerrados en nuestras casas o en un lugar seguro y esperemos a que se pase todo esto, lo último que supimos de internet es que el mundo estaba bajó un ataque terrorista. Lo cierto es que no me lo creó mucho, pero bueno, es internet, ¿qué si no es más fiable que internet en estos casos?

Día 5


                El último día de clase fue uno de los peores días de mi vida. No vi a Cherry en el instituto, no me respondía a los mensajes, ni a las llamadas, no sabía qué hacer, pero desde luego lo que no iba a hacer era ir a su casa, porque eso seguro que la hacía cabrearse aún más. Cherry era de esas personas que cuando se enfurruñan necesitan desconectar y alejarse del problema para coger fuerzas y enfrentarse a él de cara. Además, la quería, sí, pero tampoco era plan de ir arrastrándose para que me perdonara, no soy de ese tipo de gente. Si, podréis estar pensando: que cabronazo, que mala persona, Cherry no se merece a alguien como tú. ¿Pero sabéis por qué os cabreo tanto y os caigo tan mal? Porque veis algo de vosotros en mí, porque soy una persona de verdad, que digo lo que pienso y no tengo miedo en actuar como quiero. Algunas veces puedo ser cruel y pasarme un poco con algunas personas, como por ejemplo con la gorda de Rosse, ¿Pero acaso esas personas no se meterían conmigo o contigo a la mínima que pudieran? No soy mejor que nadie, eso seguro, pero NI DE COÑA soy peor que tú. Cherry lo sabía y por eso me quiere. Sabe que la quiero, que haría cualquier cosa por ella y por eso me adora, igual que yo a ella. Y no pienso joder esta relación por un par de niñat@s gilipollas que no saben ni lo que quieren.  Ah y otra cosa que se me olvidaba, si soy un creído, es porque lo puedo ser. Porque sé que estoy bueno no, lo siguiente y sé que si me vierais alucinaríais. Cuando no era más que un piltrafilla delgaducho seguro que no me oísteis pavonearme sobre nada, pero ahora que pudo, ¿Por qué no hacerlo y disfrutarlo?

                La fiesta comenzó y todos se quedaban alucinados con mi disfraz,  ¿O tal vez con mi tableta? La verdad es que me quedaba genial, y me hacía estar mucho más bueno y macizorro de lo que ya estaba. Era el rey de la fiesta. Pero allí no había nadie que pudiera ser mi reina, porque ella aún no había llegado y dudé mucho en que fuera a venir. Wendy llevaba puesto el típico disfraz de mini prostituta adolescente, o sea un escueto traje de conejita playboy, con esposas plumificadas como atrezzo. La gente entraba sin parar en la casa, que ya a las horas que eran (las 9 casi en punto) presentaba una estampa de descontrol total. Había vasos de plástico rojo por todos lados, botellas de vodka, ron y whisky, y un par de barriles de cerveza de esos portátiles que se han puesto de moda hace relativamente poco. La gente, ya con el puntillo encima, bailaba y gritaba por todos los lados de la casa y la música no paraba de sonar. Cuando entré en la cocina Wendy me atrapó entre la encimera que hacía esquina y ella, me intento seducir, y se lanzó hacia mis labios. 
                - Vamos arriba, sabes que quieres follarme, no lo niegues- su voz de borracha viciosa me creo un estado de pena y risa a la vez. ¿Cómo alguien podía haber perdido todo su encanto con solo un par de copas encima?
                - Ni de coña subo yo arriba contigo, y menos tal cual vas.
                - Pero si yo voy perfectamente - me soltó entre hipos y náuseas. 
                - Si me disculpas, paso de recogerte el pelo mientras hechas hasta la primera comida-Salí de la cocina y descubrí que la música había parado, los gritos y las voces habían desaparecido también, y todos miraban hacia un mismo punto, la entrada principal. 

                Sobre las 10 o así, hizo su entrada triunfal Cherry. Llevaba los ojos pintados con una gruesa línea de Khol más grande y negra de lo normal, el pelo le caía en hondas por los hombros y el vestido era tan trasparente que bien se la podía distinguir todo. Estaba cabreada porque de no haberlo estado, jamás hubiera aparecido sin ropa interior. Cherry cuando se cabreaba tenía la extraña manía de querer dar el cante. Pues bien, lo había hecho y a más no poder. Se había presentado a fiesta con un vestido casi transparente y sin nada debajo. Pero lo cierto es que estaba preciosa. Al entrar por poco se cae un par de veces ya que la resultaba difícil andar con esos pedazos de tacones, que parecían estar hechos de cristal. Todos seguían embobados. Cherry pasó de largo y se metió en la cocina justo cuando Wendy salió corriendo dirección al cuarto de baño con una mano tapándose la boca para contener el vomito. Cherry se giró y miró extrañada a Wendy.
                - ¿Y a esta qué le pasa ahora?- me pilló de sorpresa, mi única reacción fue mover la cabeza y decir: ¿qué? con voz de estúpido- Nada, que si puedes venir un momento a la cocina, tenemos que hablar- Entré en la cocina detrás de ella y cerré la puerta.
                -¿Se puede saber qué nos pasa? Hasta hace una semana nunca antes habíamos discutido- me dijo con voz de preocupación.
             - Hasta hace una semana no estabas tan susceptible y no te tomabas todo tan a pecho-le recriminé.
             - ¡Eso es porque hasta ese momento no había sentido que te perdía!
             - ¿Qué? Nunca, jamás me vas a perder, jamás nos separaremos, siempre tú y yo. Lo dije una vez y lo sigo diciendo, eres lo único que me importa en la vida. No sé cómo decírtelo, Cherry. No sé cómo hacer que creas que te quiero de verdad. No sé, de verdad que no lo sé y sabes.... Ya estoy dándome por vencido, porque sé que nunca seré tan bueno para ti como lo debería ser. Te quiero, Cherry, te adoro y no sé qué haría si algún día llegara a perderte. No sé si podría continuar lejos de ti.
                - Ohh Devian, serás tonto. Yo a ti también te quiero. Te quiero mucho, mucho, mucho.
                -¿Entonces...? ¿Todo bien?- pregunté con tono encantador e inocente.
                - Bueno... Di a todos que dejen de mirarme, casi muero de la vergüenza ahí fuera.
                - Normal, vas casi desnuda. Hasta a mi me cuesta desviar la mirada de tus pechos y eso que los tengo más que vistos- Me puso mala cara y me dio un beso.
                -¡Pinchas!- un faraón tenía que tener un poco de barba aunque sea.
                - No sabes cómo me pones así vestido.
                - Lo mismo digo.
                Los dos salimos riéndonos y cogidos de la mano. Por fin estaban los reyes de la fiesta. La noche continuó sin muchos sobresaltos. Bailamos, bebimos y presidí la fiesta como solo yo sabía hacer. Marcus, disfrazado de ¿Rey Arturo? y sus cromañones disfrazados, como no, ¿Lo adivináis? ¡Si, muy bien! De caballeros de la mesa redonda. Creo que encontramos a los ganadores del premio a los más originales. Bueno, lo dicho, que empezaron a empujar y a reírse de un chico que iba vestido de zombie. Los chicos le dijeron que se fuera y el pobre chico entre lloros se largo corriendo. Y las puertas de la casa se volvieron a cerrar. Yo me encaré a Marcus y le dije que quien coño era él para echar a alguien de mi fiesta y de mi propia casa. Él me contesto soy el que te va a partir la cara, cacho de nenaza. Sus monos de compañía comenzaron a aullar: ¡Maar-cus! ¡Maar-cus!
                El primer puñetazo me pillo desprevenido y me dio en toda la cara el segundo ya no. Le pare el puño a un palmo de mi cara, le miré y le dije: ¿Enserio crees que me vas a volver a dar?. Giré sobre mí mismo y le di un codazo en toda la cara, él se dobló hacia delante y yo aproveche para darle una patada en la cara, del impacto se cayó de espaldas y tiró a un par de compinches que intentaron agarrarle. Puede que no hubiera aprendido los nombres de las llaves ni respeto hacia mis contrincantes en judo, pero lo que sí había aprendido era a defenderme y a reaccionar rápido. Me giré y allí no estaba Cherry, el corazón me dio un vuelco, nadie que estuviera en la fiesta quería a Cherry allí, seguro que estaba en relativo peligro ya que en esa fiesta se encontraban todas las zorras del instituto. Subí las escaleras y me dirigí a mí habitación desde el pasillo se escuchaban los gritos de Wendy y los “ajá” de Rosse.
                -Demos una paliza a esta cacho de perra, me ha quitado al novio-escuché gritar a Wendy. Salí corriendo, ya que cuando Wendy decía de pegar lo decía enserio.
                -¿¡Qué cojones dices, cacho de guarra esquizofrénica! ¡Yo no te he quitado a nadie!
                -¡Rosse, cógela se va a enterar! Para que vuelva a creerse la novia de Dk
                -  Eh tú, señorita morcón, como te acerques un solo paso más a mí te reviento la cara esa de pan que Dios te ha dado, ¿está claro?- ¡Esa era mi chica! Abrí un poco la puerta de mi habitación para seguir escuchando, por él momento no parecía que Cherry estuviera en desventaja, pero si así lo fuera estaba preparado para salir en su ayuda, y espera un momento, ¿Esa cosa gorda y amarilla era Rosse? O dios mío, iba de pollo disfrazada, cómo lo pude olvidar, el mejor disfraz de todos, sin duda..
                -Rosse, ¿Qué haces? ¡Ataca! Que no te de miedo una pelirroja sin sentido de la moda.
                -Pe… per… pero… Wendy... – Rosse se giró hacia su dueña y se situó a su lado.
                -Ya veo que lo tendré que hacer yo sola- Wendy se acercó a Cherry y la empujó contra la cómoda que tenía justo detrás de ella. Abrí la puerta y entré en mi habitación, alcé un dedo hacía Rosse y la chisté en señal de que como se moviera la daba una patada en el culo y la echaba fuera.
                -Vuelve a tocar a Cherry y seré yo quién te parta la cara-  le advertí a Wendy. Ella se giró hacia mí y dejo ahí tirada a mi novia.
                -bueno si esta aquí el maricón de turno, ¿qué me vas a hacer? ¿Vas a pegar a una mujer? ¿Tan hombre eres?- Dijo Wendy retándome con una sonrisa de superioridad mientras se acercaba a mí.
                -¡Tú!- Wendy se giró hacia la voz de Cherry, que se había levantado y estaba detrás de ella, lanzó un zarpazo contra la cara de Wendy y después la tiró al suelo agarrándola de los pelos- Nadie llama marión a mi novio- Cherry dio una patada a la tripa de Wendy- Puede que él no te dé, pero te aseguro que yo si te partiré la cara, y además con mucho gusto- Wendy se lanzó contra Cherry, y Rosse y yo intentamos separarlas, pero era imposible a sí que Rosse gritó pidiendo ayuda y subió Marcus corriendo, separaron a Wendy y la preguntaron que si estaba bien, tenía la parte derecha de la cara un poco ensangrentada por el guarrazo que le había dado Cherry, y a ella le salía un hilillo de sangre que caía por el labio.  De pronto y sin previo aviso subió Ryan.
                -¿Tu qué haces aquí, Ryan? – Le dije entre confuso y cabreado, sabía lo que iba a pasar, lo sabía en el momento en que me di cuenta de que estábamos todos en aquella habitación; Marcus, Wendy, Rosse, Cherry, Ryan y yo.

Día 4


                    Hoy ha sido un jueves muy ajetreado y sin sentido.

                El despertador sonó a las 7y30, pero hicimos caso omiso al desagradable pitidito que te obliga a despejarte y levantarte si o si. Cherry se revolvió en la cama pero siguió durmiendo con la cabeza apoyada en mi hombro desnudo. El despertador no paraba de sonar así que lo cogí y lo lance contra la pared, milagrosamente la habitación volvió a sumirse en el silenció de la mañana. Bajé la mirada y allí estaba, como cada mañana, recto y duro como un mástil. Cherry pasó su pierna por encima de mi cuerpo. Dio un salto asustada, abrió los ojos y vio el panorama. Después alzó la cabeza, me miró a los ojos con aire juguetón y sonrió. Yo seguía con los brazos cruzados detrás de la cabeza, ella se subió encima mía y empezó a darme besos en el cuello, lentamente fue bajando hasta desaparecer bajo las sábanas. Notaba su boca caliente y reconfortante, mientras que con la lengua jugaba, con la mano hacia el resto del trabajo. La verdad es que lo hacía realmente bien. Me sentía tan bien en aquellos momentos que todo lo demás desaparecía y solo existíamos su boca y yo, quiero decir ella y yo. Aparté las sábanas marrones claro a un lado, puse mi mano en su cabeza y comencé a hacer fuerza hacia abajo. Sentía como su garganta cedía ante mí. Comencé a marcar el ritmo. Cada vez más rápido y más profundo. De vez en cuando se escuchaban varias arcadas, pero eso no la hacía parar. Cherry podía parecer una niña bueno, pero a la hora de la verdad era tan pasional y salvaje como cualquiera. Comencé a notar como llegaba el final, mi respiración comenzó a ser más fuerte, alcé la cabeza y miré al techo. Siempre hacía que me retorciera de placer, pero por desgracia también sabía cuando parar. Sin previo aviso paró de golpe, deteniendo la inminente eyaculación. Recupero la compostura y sonrió.
                - ¿No crees que es demasiado tarde? - dijo mirando al reloj que marcaban las 8 y 15. La miré con cara de pocos amigos y me dirigí al baño a terminar lo que ella había empezado.

                Como no, llegamos tarde a primera hora, ya que después de que yo me hubiera tenido que satisfacer solo, la amiga vino y seguía teniendo ganas de juerga. Así que entramos en la ducha y lo hicimos hasta que nos quedamos sin fuerzas y terminamos tirados en el suelo, con la respiración acelerada y con una sonrisa boba en nuestras caras. 
Ya en el instituto, Wendy nos paró y me obligó a hacer una fiesta de fin de curso en mi casa. A si era ella, como yo si quería algo lo conseguía costase lo que costase, por lo que no puse nada de resistencia y la dije que sí. La idea de hacer una fiesta en mi casa no me disgustaba, lo que me disgustaba era que fuera una fiesta de disfraces y además en tan poco tiempo. 
Esa misma tarde Cherry y yo fuimos a la tienda de disfraces y nos compramos los disfraces de Faraón y Cleopatra. En la tienda nos encontramos con Ryan, que nos saludo amablemente, yo solté un bufido y Cherry un cordial: Hola. Después me preguntó que por que tenía que ser tan borde con todo el mundo, a lo que yo la conteste que no era ni la mitad de borde de lo que podía llegar a ser. Cherry se disgustó y yo salí corriendo detrás de ella para pedirla disculpas. Me echó en cara que no le gustaba que fuese malo con los demás, que porque no podía ser siempre igual de majo y de cariñoso con los demás como lo era con ella. 
                - Cariño- Le dije cogiéndole la cara- los demás no me van comiendo el asunto cada mañana.
                - ¿¡Qué?! ¿De qué cojones vas, Dk? Eres un puto gilipollas. Enserio acabas de decir que solo me tratas bien porque te la chupo y follamos?
                - ¡No! Claro que no he querido decir eso, Cherry. Solo era una broma.
                - Ya, pues guárdate esas bromas para tu fiesta, a lo mejor hay gente a la que sí les hace gracia- Cherry cogió el disfraz de mis manos y se largo andando.
                - a las 7 en mi casa, no te olvides- grite de acera a acera, dudo mucho que me escuchara, pero me mando a la mierda con un corte de mangas

Día 3



                Por fin miércoles, el día de la semana en el que empiezas a vislumbrar la luz del final del túnel. Es un día especial, sabes que ya tienes medio camino recorrido hasta el fin de semana, pero aún faltan dos días para ese merecido descanso. Este miércoles mis padres se han ido a Rusia a visitar a mi abuelo, según lo que he podido saber por mi madre está en las últimas. Ese señor no significa nada para mí, no es por ser cruel ni nada de eso, si no que en mis 17 años solo le he visto… ¿Dos, tres veces quizás? Es un completo desconocido para mí. Había veranos en los que pasábamos un par de semanas en Rusia, pero siempre mi abuelo estaba en convenciones de antiguos militares o cosas así.

                Hoy en el recreo han repartido los anuarios y han comenzado la sesión de burla y pintarrajeos a los más perdedores y frikies. Yo he pasado de pintarrajear, poner frases hirientes u otras cosas en las fotos de los alumnos, porque me parece una pérdida de tiempo y una ñoñería, si quieres hacer daño a alguien se lo haces, no le dibujas bigotito a lo Hitler o le pones un par de dientes de conejo.
                Mientras todos los demás del instituto reían o lloraban, dependiendo del grado de popularidad que tuvieran, yo me dirigí a las gradas, donde siempre, pasase lo que pasase allí se encontraba Cherry, con los " modernos" del instituto. Así los llamábamos, los "modernos" con aire irónico, aunque no era un nombre nada alejado de la realidad pues eran los únicos del instituto que no seguían el mismo patrón a la hora de vestir. Entre aquellas 8 personas nunca te sentías acogido, aunque por lo general eran majos, a mi me odiaban. Veías cabelleras teñidas de azul, de verde y de rojo, también de otros colores menos cantosos como el rubio o el negro azabache, la única que mantenía su pelo sin ninguna alteración era Cherry, con su larga melena rojo fuego no la hacía falta echarse un tinte para destacar. Respecto a la ropa, había tantos estilos diferentes que me es muy difícil hacer un resumen, así que solo me centraré en Cherry. 

Llevaba el pelo suelto, le caía libremente por los hombros, los ojos verde hiedra estaban rodeados por una gruesa línea de negro intenso, y las pestañas se estiraban hasta el infinito. Vestía una camiseta blanca con una llama en la segunda L de Flyleaf su grupo favorito, era una camiseta cortada por ella a la altura de las costillas, dejando ver un trozo de tripa tersa y lisa, el ombligo estaba decorado con un pequeño piercing azul. La minifalda negra se le ceñía a las caderas de tal forma que dibujaba perfectamente los trazos de su cuerpo, las piernas iban "tapadas" por unas medias de rejillas rotas a la altura de los muslos y las rodillas, y por debajo de estas unas botas altas de cuero negro. Todo esto rematado como no con su ya indispensable abrigo largo color añil claro, con puños y cuello de suave pelo blanco, a mí siempre me había recordado un poco a los abrigos rusos que llevaban las señoras ricas. Cherry era tan guapa, que todos se callaban cuando ella quería hablar, pero la mayor parte del tiempo ella lo pasaba jugueteando con su laca de uñas azul oscuro. Me acerque tímidamente a ellos y cuando me vieron, todos se callaron. Cherry salió corriendo y se me abalanzó, como siempre, era la persona más feliz e impulsiva que jamás había conocido y eso me encantaba de ella. Me hacía ver lo fantástico que es el mundo y me hacía disfrutar con las pequeñas cosas que te ofrece el universo. La devolví el abrazo y la besé suavemente en los labios. Ella me miró y sonrió. Se dio media vuelta y se dirigió hacia sus amigos, cuando se dio cuenta de que yo no la seguía se giró, me agarró la mano y dijo: 

                - Vamos, Devi, que no muerden- Comencé a mascar el chicle de menta que tenía en la boca con más intensidad a causa de los nervios.
                Tal vez a ella no, pero a mí, más que morderme tenían ganas de crucificarme, representaba todo lo que ellos odiaban, era guapo, atractivo, muy atractivo, fuerte, atlético y estaba con Cherry, eso era lo que más los cabreaba a todos, que estuviera con Cherry. En ese grupo todos eran bisexuales y la deseaban, ya que era alguien inalcanzable,  todos sabían que estaba locamente enamorada de mí y ellos se crían que para mí solo era una más, que la estaba utilizando, pero no es así. 
                El tiempo del recreo se terminó y con él las miradas de odio y rencor, aunque muchas veces Cherry decía que eran imaginaciones mías que ellos no me miraban mal. Todos fuimos para clase y yo me despedí con un agradable beso con sabor a cerezas.
                -¿Después de clase te llevo a casa para que recojas tus cosas?, ¿vale?- ella asintió, me dio una palmadita en el trasero y se metió a clase. Cuando yo ya me estaba yendo, volvió corriendo hacia mí y me dio un largo beso, de esos que te dejan sin aliento, rodeo mi cuello con sus brazos y se alzó para llegar mejor a mis labios. Parecía que ese momento no acabaría jamás, pero por desgracia termino, ella me sonrió enseñándome entre sus dientes el chicle de menta que yo había estado masticando durante todo el recreo, me guiño un ojo y se fue por el pasillo. Como me podía volver tan loco, la quería, mejor dicho la adoraba, y ella lo sabía muy bien. 


                Pasé las tres horas siguientes pensando en el beso y en las ganas que tenía de quedarnos otra vez solos. Creo que este diario se está volviendo demasiado personal, pero la verdad es que no me importa, si quieren juzgarme que me juzguen por como soy de verdad. 

Al sonar el timbre todos salieron de clase, yo seguía recogiendo mis cosas cuando Ryan se acercó por detrás y me rozo suavemente la oreja con la punta de la nariz, sentí su respiración y un escalofrío me recorrió el cuerpo, me giré rápidamente.
                - ¿Qué cojones haces?- el sonrió y después puso cara de desconcertado.
                - ¿Qué pasa, no te va este rollo?- soltó con esa sonrisa perfecta.
                - vamos a ver, estoy con Cherry, ¿tú qué crees?
                - cosas más raras se han visto, ¿no?
                - aaagh, que te jodan- cogí la mochila y salí cabreado de clase. "Ojalá" escuche cuando estaba ya por los pasillos.

                Abrí la puerta bruscamente y golpeo la pared, un estruendo recorrió todos los pasillos, en la barandilla de las escaleras estaba esperándome Cherry. Yo pasé de largo y me dirigí al coche, ella me seguía de cerca medió corriendo, sus piernas eran más cortas que las mías y no podía seguir el ritmo. ¿Qué pasa dev? ¿Pasa algo? ¿Dev? ¿Nene? La voz de Cherry me taladraba la cabeza en estos momentos. Me giré y le grite: ¿¡te quieres callar?! - lo hice tan fuerte que se quedó parada, con los ojos llorosos. Yo seguía andando, llegué al aparcamiento que estaba casi vacío, solo estaba el coche de Ryan y el mío. 


Fui al descapotable rojo de Ryan y le di una patada que aboyo el parachoques, me hice polvo en el pie, pero después de aquello me había sentido algo mejor. Llegue a mi coche y mire hacia atrás, Cherry seguía allí, de pie. La volví a gritar: ¿¡te quieres dar prisa?!. Ella salió corriendo hacia el coche meneando la cabeza hacia los lados para despejarse y contener las lágrimas. En el interior del coche había una gran tensión, Cherry estaba nerviosa e incómoda y empezó a descascarillarse las uñas después comenzó a llorar. No podía creer lo que había hecho ¿cómo podía haber sido capaz de gritarla, a ella, a mi vida? ¿Cómo la había hecho tanto daño en un instante? Para en medio de la carretera. La mire durante un instante, las lágrimas habían inundado sus ojos y se habían derramado empezando sus mejillas sonrosadas. Cogí su rostro entre mis manos, para que me mirara a los ojos, pero ella bajaba la mirada.

                - eh, eh pequeña, lo siento mucho, de verdad, perdóname cariño. No debí gritarte- la voz se me quebró, no podía verla así, a ella no.
                - N...n...no quiero verte así Devian, no quiero verte sufrir, me parte el corazón- sus ojos fueron subiendo lentamente hasta encontrarse con los míos. 
                - ¿Te quiero mucho, lo sabes verdad? Te quiero más que a mi vida. Y ahora me odio por haberte hecho llorar- ella sonrió y pareció que el dolor disminuyó un poco.
                - lo sé, Y yo a ti también te quiero.

                Arranqué el motor y fuimos hacia su casa. Ella recogió las maletas y el resto del día lo pasamos en mi casa, solos, ella y yo.