Cuando desperté, estaba tumbado
en una cama. La cabeza aún me daba vueltas, y mis ojos comenzaban a acostumbrarse a la poca luz que daba la única
ventana de la habitación, no estaba tapiada y las cortinas con estampados de
flores no estaban echadas, lo que me llevó a la conclusión de que estaba en un
segundo piso. La puerta estaba entornada, dejando pasar un fino haz de luz. En
el pasillo se escuchaba la conversación de dos hombres.
-Lleva
casi dos días inconsciente, es un peligro, seguro que está infectado. Charlie,
no podemos correr más riesgos.
-Emma
lo ha inspeccionado de arriba abajo y dice que no hay nada, ninguna herida ni
rasguño. Además la fiebre le está remitiendo- Era evidente que hablaban de mi,
pero… ¿Quién era Charlie, y Emma, y donde estaba Ryan?
-Pero
cuando nos lo encontramos estaba lleno de sangre, ¿cómo es posible que ninguna
fuera la suya?
-Tal
vez, sea un… buen superviviente...
-Charlie,
los “buenos supervivientes” están
muertos, ahora solo quedamos los tipos con suerte.
Esa
frase se me quedó grabada en la cabeza, las palabras se repetían una y otra
vez, como un eco: los “buenos
supervivientes” están muertos, ahora solo quedamos los tipos con suerte.
Eso quería decir que… ¿Cherry estaba muerta? No, me negaba a pensar eso. Era
imposible. Cherry no, ella no. Intenté soltarme aquellas correas a la fuerza.
Los dos hombres del pasillo entraron enseguida, y se quedaron cerca de la
puerta, poco después entro una chica joven. Todos me dieron una primera
impresión bastante mala. Llevaban ropas limpias e iban arreglados, olían bien y
llevaban la barba cuidada. A cualquiera le hubiera parecido algo con lo que
tranquilizarse, pero a mí me olió, ya de primeras, muy mal. ¿Traje y corbata en
un apocalipsis? Yo creo que no. Era evidente que se trataba de un engaño, bastante bueno, ya que
la gente a lo primero que se agarra es a la apariencia, y no sabe ver más allá.
Pero estos tipos… tenían algo entre manos.
-¿Estás bien?- Me preguntó la chica acercándose a mí y
sentándose en el borde de la cama. Solo cuando sentí su fría mano en mi pecho
caí en la cuenta de que estaba desnudo, y solo me tapaba una fina sábana
blanca.
-¿Dónde está Ryan? Quiero verle. Sé que está aquí.
-¿Ryan…? ¿Quién es ese chico? Es lo único que has
dicho durante estos dos días.
-No os hagáis los estúpidos, él está aquí. ¡¡Ryan!!
¡¡Ryan, ¿Dónde estás?!!
-¡¡Haz que se calle!!- un hombre, el más grandote, se
acercó a mí para darme un guantazo, pero la chica le paró, y me tapó la boca.
-Estúpido ¿Quieres tener a todos los muertos de ahí
abajo en esta misma habitación? Ni sé te ocurra volver a gritar. ¿¡De acuerdo?!
- Tendríamos que haberle dejado ahí fuera. Menuda pérdida
de tiempo. Vámonos Eddie.
Los dos hombres se marcharon y sólo se quedó la chica, que
me miraba con ojos de melancolía y compasión.
-¿Pérdida de tiempo? ¿Es qué acaso soy una especie de
entretenimiento o algo parecido? Suéltame ahora mismo y dime donde está Ryan.
- No sé quién es Ryan.
-No me mientas- Mi voz se tornó amenazante y ronca-
Como le hayáis tocado un solo pelo, juro que acabaré con todos vosotros, da
igual cuantos seáis- Su mirada me atravesó y llegó hasta lo más profundo de mi
cabeza, después de inspeccionar mi rostro, hizo un sonido de afirmación.
- Tranquilo galán, tu “amiguito” seguro que está a
salvo, pero no se encuentra en esta casa. De verdad.- Me quedé mirando a los
ojos de la mujer que tenía enfrente, sentada en el lateral de la cama. Mantuvimos las miradas, pero al final la apartó y se levantó- Si quieres algo, avísanos-
dijo estirándose la falda- Ah, y recuerda que no estás retenido ni nada de eso,
te puedes ir a buscar a tu “amiguito” en cuanto tú quieras.
-Está bien, pero… creo que me quedaré unos días.