Día 25



Cuando desperté, estaba tumbado en una cama. La cabeza aún me daba vueltas, y mis ojos comenzaban a  acostumbrarse a la poca luz que daba la única ventana de la habitación, no estaba tapiada y las cortinas con estampados de flores no estaban echadas, lo que me llevó a la conclusión de que estaba en un segundo piso. La puerta estaba entornada, dejando pasar un fino haz de luz. En el pasillo se escuchaba la conversación de dos hombres. 


                -Lleva casi dos días inconsciente, es un peligro, seguro que está infectado. Charlie, no podemos correr más riesgos.
                -Emma lo ha inspeccionado de arriba abajo y dice que no hay nada, ninguna herida ni rasguño. Además la fiebre le está remitiendo- Era evidente que hablaban de mi, pero… ¿Quién era Charlie, y Emma, y donde estaba Ryan?
                -Pero cuando nos lo encontramos estaba lleno de sangre, ¿cómo es posible que ninguna fuera la suya?
                -Tal vez, sea un… buen superviviente...
                -Charlie, los “buenos supervivientes” están muertos, ahora solo quedamos los tipos con suerte.
                Esa frase se me quedó grabada en la cabeza, las palabras se repetían una y otra vez, como un eco: los “buenos supervivientes” están muertos, ahora solo quedamos los tipos con suerte. Eso quería decir que… ¿Cherry estaba muerta? No, me negaba a pensar eso. Era imposible. Cherry no, ella no. Intenté soltarme aquellas correas a la fuerza. Los dos hombres del pasillo entraron enseguida, y se quedaron cerca de la puerta, poco después entro una chica joven. Todos me dieron una primera impresión bastante mala. Llevaban ropas limpias e iban arreglados, olían bien y llevaban la barba cuidada. A cualquiera le hubiera parecido algo con lo que tranquilizarse, pero a mí me olió, ya de primeras, muy mal. ¿Traje y corbata en un apocalipsis? Yo creo que no. Era evidente que se trataba de un engaño, bastante bueno, ya que la gente a lo primero que se agarra es a la apariencia, y no sabe ver más allá. Pero estos tipos…  tenían algo entre manos.
-¿Estás bien?- Me preguntó la chica acercándose a mí y sentándose en el borde de la cama. Solo cuando sentí su fría mano en mi pecho caí en la cuenta de que estaba desnudo, y solo me tapaba una fina sábana blanca.
-¿Dónde está Ryan? Quiero verle. Sé que está aquí.
-¿Ryan…? ¿Quién es ese chico? Es lo único que has dicho durante estos dos días.
-No os hagáis los estúpidos, él está aquí. ¡¡Ryan!! ¡¡Ryan, ¿Dónde estás?!!
-¡¡Haz que se calle!!- un hombre, el más grandote, se acercó a mí para darme un guantazo, pero la chica le paró, y me tapó la boca.
-Estúpido ¿Quieres tener a todos los muertos de ahí abajo en esta misma habitación? Ni sé te ocurra volver a gritar. ¿¡De acuerdo?!
- Tendríamos que haberle dejado ahí fuera. Menuda pérdida de tiempo. Vámonos Eddie.
Los dos hombres se marcharon y sólo se quedó la chica, que me miraba con ojos de melancolía y compasión.
-¿Pérdida de tiempo? ¿Es qué acaso soy una especie de entretenimiento o algo parecido? Suéltame ahora mismo y dime donde está Ryan.
- No sé quién es Ryan.
-No me mientas- Mi voz se tornó amenazante y ronca- Como le hayáis tocado un solo pelo, juro que acabaré con todos vosotros, da igual cuantos seáis- Su mirada me atravesó y llegó hasta lo más profundo de mi cabeza, después de inspeccionar mi rostro, hizo un sonido de afirmación.
- Tranquilo galán, tu “amiguito” seguro que está a salvo, pero no se encuentra en esta casa. De verdad.- Me quedé mirando a los ojos de la mujer que tenía enfrente, sentada en el lateral de la cama. Mantuvimos las miradas, pero al final la apartó y se levantó- Si quieres algo, avísanos- dijo estirándose la falda- Ah, y recuerda que no estás retenido ni nada de eso, te puedes ir a buscar a tu “amiguito” en cuanto tú quieras.
-Está bien, pero… creo que me quedaré unos días.