Día 1



                    La Sra. Smeet nos ha mandado un trabajo para el verano, todo el mundo se ha quejado, como siempre, pero ella es una vieja dura de roer. Al salir de clase un pardillo del montón me ha interceptado y me ha pedido que le firmara el anuario, evidentemente no tenía tiempo para esos perdedores. Tenía una “reunión” importante con los Gabyrs (Girls-And-Boys-Young-Rich-and-Succesfull, ese ridículo nombre lo puso Wendy, cómo no),  resumiendo, gente un tanto egocéntrica y superficial, perfectos para mí. Soy joven, guapo, rico, estoy bueno y la verdad me sobra talento. 

                Mirando en retrospectiva, (espera, ¿esa palabra la he dicho yo?) no sé cómo he llegado a convertirme en lo que soy, en lo que he odiado durante toda mi vida, pero ¿Sabéis una cosa? Nunca me he sentido mejor. Tengo seguridad en mí. Sé lo que quiero y como lo quiero, y lo mejor de todo, lo consigo cuando quiero. Me siento a gusto con mi cuerpo. Y sé que la gente me admira. ¿Qué te hace ganar la humildad que no te haga ganar el dinero, la belleza o la astucia? No siento pena de mí, sino de los demás. Llamadme hijo de puta, egocéntrico, lo que queráis; pero Dk es así y no va a cambiar, porque esto es lo que ha creado la sociedad. Las malas personas siguen en el juego, las buenas se van. Tal vez sea mi forma de excusar mi maldad y mi falta de preocupación por el daño ajeno, pero tal cual estoy me va bien. Nunca he sido un pobrecito que va dando pena, a esa gente me los como.  Hago que realmente sepan que es dar pena, no lo logro yo solo, claro está, necesito ayuda de Wendy, por eso nos llevamos tan bien, aunque en el fondo nos odiemos. Algunas veces pienso en cómo soy y me doy asco, pero durante el resto del tiempo vivo feliz.


                Cuando llegué al césped del instituto los Gabyrs estaban todos reunidos, por un momento pensé en cómo sería la vida sin ellos. ¿Un trágico accidente de coche? ¿Un infortunado escape de gas? ¿Unas cuantas sobredosis? Posible, pero no lo recomendado. Si me quería librar de ellos lo mejor sería destrozarlos uno a uno, como yo solo sé hacer, mediante mentiras y trapos sucios. Sería divertido, pero me quedaría sin guardaespaldas, sin nadie quien se atreviera a mirarme a la cara y guardarme las espaldas. No soy miedica, no me da miedo mancharme las manos en una pelea, como ya os he dicho, el judo te ayuda a saber cómo defenderte. Lo mejor sería dejar las cosas tal cual estaban, aburridas. Saludé, sonreí y me senté con ellos. Durante una hora y media tuve que estar escuchando los berridos de Rosse, que se preparaba para un musical de la escuela. Si dejara de pensar en comida y dejara su garganta libre de bollos y galletas podría entonar una sola nota, pero le suponía un gran reto. Eso de no comer entre horas era un gran paso para la Gordi del grupo. La única vez que sentí lástima por Rosse fue en el jardín de infancia cuando se le calló un trozo de galleta en una ñorda de perro y tres niños más mayores la obligaron a zampársela, aunque seguro que con lo gocha que es no le importo con tal de tener algo más que comer.

                Por lo general intentaba no mantener ningún tipo de relación con gente gorda, deficientes mentales o perdedores, no es que me dieran asco ni nada de eso, pero prefería no tener que relacionarme con ellos. Si, repito soy mala persona, pero mi infancia tampoco fue fácil y mucho menos mi adolescencia, pero si yo aprendí a ser fuerte, ¿Por qué no ellos?

                Después de hablar de lo que las chicas querían hacer el fin de semana, todos se marcharon, yo también, me fui al vestuario para cambiarme y ponerme el kimono. Ahí estaba en las duchas, Ryan, no era popular pero tampoco un perdedor. Mi mirada rápidamente se perdió entre su cuerpo, volví a la realidad cuando todos los demás entraron al vestuario. La clase fue aburrida, como siempre estuvimos practicando los katas. Al salir de la clase vi a Cherry en las gradas esperándome, cuando me divisó salió disparada hacia mí. Cherry era mi… ¿Novia? ¿Ligue? No sé, las etiquetas no son lo mío. Ya dije que tengo un lio enorme en la cabeza. Por un lado Ryan y por otro Cherry que realmente me gusta. Todos habían olvidado el chisme sobre mi sexualidad, excepto yo. Todos los rumores que corran por ahí sobre ti tienen algo de verdad. Y eso es lo peor de los rumores. Para la gente que te quiere son sospechas y preguntas difíciles de hacer, para los que te odian son armas letales. Cherry me cogió la mano, cosa que me gustó mucho, cuando salió Ryan se despidió de mí y me regaló una sonrisa, cosa que también me gusto mucho, hay que joderse, qué graciosa es la vida.
                El resto del día lo pasé con Cherry, tumbados en la hierba, riendo, jugando y otras cosas menos inocentes. Cuando se hizo de noche, la lleve a cenar a un McDonals (le encanta el McDonals) y después la llevé a su casa y nos despedimos.

                Fue un día genial, pero ahora son las 5 y aún sigo con el diario, otro día que me pondrán un 0 por no llevar hechos los deberes.