Día 3



                Por fin miércoles, el día de la semana en el que empiezas a vislumbrar la luz del final del túnel. Es un día especial, sabes que ya tienes medio camino recorrido hasta el fin de semana, pero aún faltan dos días para ese merecido descanso. Este miércoles mis padres se han ido a Rusia a visitar a mi abuelo, según lo que he podido saber por mi madre está en las últimas. Ese señor no significa nada para mí, no es por ser cruel ni nada de eso, si no que en mis 17 años solo le he visto… ¿Dos, tres veces quizás? Es un completo desconocido para mí. Había veranos en los que pasábamos un par de semanas en Rusia, pero siempre mi abuelo estaba en convenciones de antiguos militares o cosas así.

                Hoy en el recreo han repartido los anuarios y han comenzado la sesión de burla y pintarrajeos a los más perdedores y frikies. Yo he pasado de pintarrajear, poner frases hirientes u otras cosas en las fotos de los alumnos, porque me parece una pérdida de tiempo y una ñoñería, si quieres hacer daño a alguien se lo haces, no le dibujas bigotito a lo Hitler o le pones un par de dientes de conejo.
                Mientras todos los demás del instituto reían o lloraban, dependiendo del grado de popularidad que tuvieran, yo me dirigí a las gradas, donde siempre, pasase lo que pasase allí se encontraba Cherry, con los " modernos" del instituto. Así los llamábamos, los "modernos" con aire irónico, aunque no era un nombre nada alejado de la realidad pues eran los únicos del instituto que no seguían el mismo patrón a la hora de vestir. Entre aquellas 8 personas nunca te sentías acogido, aunque por lo general eran majos, a mi me odiaban. Veías cabelleras teñidas de azul, de verde y de rojo, también de otros colores menos cantosos como el rubio o el negro azabache, la única que mantenía su pelo sin ninguna alteración era Cherry, con su larga melena rojo fuego no la hacía falta echarse un tinte para destacar. Respecto a la ropa, había tantos estilos diferentes que me es muy difícil hacer un resumen, así que solo me centraré en Cherry. 

Llevaba el pelo suelto, le caía libremente por los hombros, los ojos verde hiedra estaban rodeados por una gruesa línea de negro intenso, y las pestañas se estiraban hasta el infinito. Vestía una camiseta blanca con una llama en la segunda L de Flyleaf su grupo favorito, era una camiseta cortada por ella a la altura de las costillas, dejando ver un trozo de tripa tersa y lisa, el ombligo estaba decorado con un pequeño piercing azul. La minifalda negra se le ceñía a las caderas de tal forma que dibujaba perfectamente los trazos de su cuerpo, las piernas iban "tapadas" por unas medias de rejillas rotas a la altura de los muslos y las rodillas, y por debajo de estas unas botas altas de cuero negro. Todo esto rematado como no con su ya indispensable abrigo largo color añil claro, con puños y cuello de suave pelo blanco, a mí siempre me había recordado un poco a los abrigos rusos que llevaban las señoras ricas. Cherry era tan guapa, que todos se callaban cuando ella quería hablar, pero la mayor parte del tiempo ella lo pasaba jugueteando con su laca de uñas azul oscuro. Me acerque tímidamente a ellos y cuando me vieron, todos se callaron. Cherry salió corriendo y se me abalanzó, como siempre, era la persona más feliz e impulsiva que jamás había conocido y eso me encantaba de ella. Me hacía ver lo fantástico que es el mundo y me hacía disfrutar con las pequeñas cosas que te ofrece el universo. La devolví el abrazo y la besé suavemente en los labios. Ella me miró y sonrió. Se dio media vuelta y se dirigió hacia sus amigos, cuando se dio cuenta de que yo no la seguía se giró, me agarró la mano y dijo: 

                - Vamos, Devi, que no muerden- Comencé a mascar el chicle de menta que tenía en la boca con más intensidad a causa de los nervios.
                Tal vez a ella no, pero a mí, más que morderme tenían ganas de crucificarme, representaba todo lo que ellos odiaban, era guapo, atractivo, muy atractivo, fuerte, atlético y estaba con Cherry, eso era lo que más los cabreaba a todos, que estuviera con Cherry. En ese grupo todos eran bisexuales y la deseaban, ya que era alguien inalcanzable,  todos sabían que estaba locamente enamorada de mí y ellos se crían que para mí solo era una más, que la estaba utilizando, pero no es así. 
                El tiempo del recreo se terminó y con él las miradas de odio y rencor, aunque muchas veces Cherry decía que eran imaginaciones mías que ellos no me miraban mal. Todos fuimos para clase y yo me despedí con un agradable beso con sabor a cerezas.
                -¿Después de clase te llevo a casa para que recojas tus cosas?, ¿vale?- ella asintió, me dio una palmadita en el trasero y se metió a clase. Cuando yo ya me estaba yendo, volvió corriendo hacia mí y me dio un largo beso, de esos que te dejan sin aliento, rodeo mi cuello con sus brazos y se alzó para llegar mejor a mis labios. Parecía que ese momento no acabaría jamás, pero por desgracia termino, ella me sonrió enseñándome entre sus dientes el chicle de menta que yo había estado masticando durante todo el recreo, me guiño un ojo y se fue por el pasillo. Como me podía volver tan loco, la quería, mejor dicho la adoraba, y ella lo sabía muy bien. 


                Pasé las tres horas siguientes pensando en el beso y en las ganas que tenía de quedarnos otra vez solos. Creo que este diario se está volviendo demasiado personal, pero la verdad es que no me importa, si quieren juzgarme que me juzguen por como soy de verdad. 

Al sonar el timbre todos salieron de clase, yo seguía recogiendo mis cosas cuando Ryan se acercó por detrás y me rozo suavemente la oreja con la punta de la nariz, sentí su respiración y un escalofrío me recorrió el cuerpo, me giré rápidamente.
                - ¿Qué cojones haces?- el sonrió y después puso cara de desconcertado.
                - ¿Qué pasa, no te va este rollo?- soltó con esa sonrisa perfecta.
                - vamos a ver, estoy con Cherry, ¿tú qué crees?
                - cosas más raras se han visto, ¿no?
                - aaagh, que te jodan- cogí la mochila y salí cabreado de clase. "Ojalá" escuche cuando estaba ya por los pasillos.

                Abrí la puerta bruscamente y golpeo la pared, un estruendo recorrió todos los pasillos, en la barandilla de las escaleras estaba esperándome Cherry. Yo pasé de largo y me dirigí al coche, ella me seguía de cerca medió corriendo, sus piernas eran más cortas que las mías y no podía seguir el ritmo. ¿Qué pasa dev? ¿Pasa algo? ¿Dev? ¿Nene? La voz de Cherry me taladraba la cabeza en estos momentos. Me giré y le grite: ¿¡te quieres callar?! - lo hice tan fuerte que se quedó parada, con los ojos llorosos. Yo seguía andando, llegué al aparcamiento que estaba casi vacío, solo estaba el coche de Ryan y el mío. 


Fui al descapotable rojo de Ryan y le di una patada que aboyo el parachoques, me hice polvo en el pie, pero después de aquello me había sentido algo mejor. Llegue a mi coche y mire hacia atrás, Cherry seguía allí, de pie. La volví a gritar: ¿¡te quieres dar prisa?!. Ella salió corriendo hacia el coche meneando la cabeza hacia los lados para despejarse y contener las lágrimas. En el interior del coche había una gran tensión, Cherry estaba nerviosa e incómoda y empezó a descascarillarse las uñas después comenzó a llorar. No podía creer lo que había hecho ¿cómo podía haber sido capaz de gritarla, a ella, a mi vida? ¿Cómo la había hecho tanto daño en un instante? Para en medio de la carretera. La mire durante un instante, las lágrimas habían inundado sus ojos y se habían derramado empezando sus mejillas sonrosadas. Cogí su rostro entre mis manos, para que me mirara a los ojos, pero ella bajaba la mirada.

                - eh, eh pequeña, lo siento mucho, de verdad, perdóname cariño. No debí gritarte- la voz se me quebró, no podía verla así, a ella no.
                - N...n...no quiero verte así Devian, no quiero verte sufrir, me parte el corazón- sus ojos fueron subiendo lentamente hasta encontrarse con los míos. 
                - ¿Te quiero mucho, lo sabes verdad? Te quiero más que a mi vida. Y ahora me odio por haberte hecho llorar- ella sonrió y pareció que el dolor disminuyó un poco.
                - lo sé, Y yo a ti también te quiero.

                Arranqué el motor y fuimos hacia su casa. Ella recogió las maletas y el resto del día lo pasamos en mi casa, solos, ella y yo.