Hoy ha
sido un jueves muy ajetreado y sin sentido.
El despertador sonó a las
7y30, pero hicimos caso omiso al desagradable pitidito que te obliga a
despejarte y levantarte si o si. Cherry se revolvió en la cama pero siguió
durmiendo con la cabeza apoyada en mi hombro desnudo. El despertador no paraba
de sonar así que lo cogí y lo lance contra la pared, milagrosamente la
habitación volvió a sumirse en el silenció de la mañana. Bajé la mirada y allí
estaba, como cada mañana, recto y duro como un mástil. Cherry pasó su pierna
por encima de mi cuerpo. Dio un salto asustada, abrió los ojos y vio el
panorama. Después alzó la cabeza, me miró a los ojos con aire juguetón y
sonrió. Yo seguía con los brazos cruzados detrás de la cabeza, ella se subió
encima mía y empezó a darme besos en el cuello, lentamente fue bajando hasta
desaparecer bajo las sábanas. Notaba su boca caliente y reconfortante, mientras
que con la lengua jugaba, con la mano hacia el resto del trabajo. La verdad es
que lo hacía realmente bien. Me sentía tan bien en aquellos momentos que todo
lo demás desaparecía y solo existíamos su boca y yo, quiero decir ella y yo.
Aparté las sábanas marrones claro a un lado, puse mi mano en su cabeza y
comencé a hacer fuerza hacia abajo. Sentía como su garganta cedía ante mí.
Comencé a marcar el ritmo. Cada vez más rápido y más profundo. De vez en cuando
se escuchaban varias arcadas, pero eso no la hacía parar. Cherry podía parecer
una niña bueno, pero a la hora de la verdad era tan pasional y salvaje como
cualquiera. Comencé a notar como llegaba el final, mi respiración comenzó a ser
más fuerte, alcé la cabeza y miré al techo. Siempre hacía que me retorciera de
placer, pero por desgracia también sabía cuando parar. Sin previo aviso paró de
golpe, deteniendo la inminente eyaculación. Recupero la compostura y sonrió.
- ¿No crees que es
demasiado tarde? - dijo mirando al reloj que marcaban las 8 y 15. La miré con
cara de pocos amigos y me dirigí al baño a terminar lo que ella había empezado.
Como no, llegamos tarde a
primera hora, ya que después de que yo me hubiera tenido que satisfacer solo,
la amiga vino y seguía teniendo ganas de juerga. Así que entramos en la ducha y
lo hicimos hasta que nos quedamos sin fuerzas y terminamos tirados en el suelo,
con la respiración acelerada y con una sonrisa boba en nuestras caras.
Ya en el instituto, Wendy nos paró y me obligó a hacer una fiesta de fin de
curso en mi casa. A si era ella, como yo si quería algo lo conseguía costase lo
que costase, por lo que no puse nada de resistencia y la dije que sí. La idea
de hacer una fiesta en mi casa no me disgustaba, lo que me disgustaba era que
fuera una fiesta de disfraces y además en tan poco tiempo.
Esa misma tarde Cherry y yo fuimos a la tienda de disfraces y nos compramos los
disfraces de Faraón y Cleopatra. En la tienda nos encontramos con Ryan, que nos
saludo amablemente, yo solté un bufido y Cherry un cordial: Hola. Después me
preguntó que por que tenía que ser tan borde con todo el mundo, a lo que yo la
conteste que no era ni la mitad de borde de lo que podía llegar a ser. Cherry
se disgustó y yo salí corriendo detrás de ella para pedirla disculpas. Me echó
en cara que no le gustaba que fuese malo con los demás, que porque no podía ser
siempre igual de majo y de cariñoso con los demás como lo era con ella.
- Cariño- Le dije cogiéndole
la cara- los demás no me van comiendo el asunto cada mañana.
- ¿¡Qué?! ¿De qué cojones
vas, Dk? Eres un puto gilipollas. Enserio acabas de decir que solo me tratas
bien porque te la chupo y follamos?
- ¡No! Claro que no he
querido decir eso, Cherry. Solo era una broma.
- Ya, pues guárdate esas
bromas para tu fiesta, a lo mejor hay gente a la que sí les hace gracia- Cherry
cogió el disfraz de mis manos y se largo andando.
- a las 7 en mi casa, no
te olvides- grite de acera a acera, dudo mucho que me escuchara, pero me mando
a la mierda con un corte de mangas