Día 5


                El último día de clase fue uno de los peores días de mi vida. No vi a Cherry en el instituto, no me respondía a los mensajes, ni a las llamadas, no sabía qué hacer, pero desde luego lo que no iba a hacer era ir a su casa, porque eso seguro que la hacía cabrearse aún más. Cherry era de esas personas que cuando se enfurruñan necesitan desconectar y alejarse del problema para coger fuerzas y enfrentarse a él de cara. Además, la quería, sí, pero tampoco era plan de ir arrastrándose para que me perdonara, no soy de ese tipo de gente. Si, podréis estar pensando: que cabronazo, que mala persona, Cherry no se merece a alguien como tú. ¿Pero sabéis por qué os cabreo tanto y os caigo tan mal? Porque veis algo de vosotros en mí, porque soy una persona de verdad, que digo lo que pienso y no tengo miedo en actuar como quiero. Algunas veces puedo ser cruel y pasarme un poco con algunas personas, como por ejemplo con la gorda de Rosse, ¿Pero acaso esas personas no se meterían conmigo o contigo a la mínima que pudieran? No soy mejor que nadie, eso seguro, pero NI DE COÑA soy peor que tú. Cherry lo sabía y por eso me quiere. Sabe que la quiero, que haría cualquier cosa por ella y por eso me adora, igual que yo a ella. Y no pienso joder esta relación por un par de niñat@s gilipollas que no saben ni lo que quieren.  Ah y otra cosa que se me olvidaba, si soy un creído, es porque lo puedo ser. Porque sé que estoy bueno no, lo siguiente y sé que si me vierais alucinaríais. Cuando no era más que un piltrafilla delgaducho seguro que no me oísteis pavonearme sobre nada, pero ahora que pudo, ¿Por qué no hacerlo y disfrutarlo?

                La fiesta comenzó y todos se quedaban alucinados con mi disfraz,  ¿O tal vez con mi tableta? La verdad es que me quedaba genial, y me hacía estar mucho más bueno y macizorro de lo que ya estaba. Era el rey de la fiesta. Pero allí no había nadie que pudiera ser mi reina, porque ella aún no había llegado y dudé mucho en que fuera a venir. Wendy llevaba puesto el típico disfraz de mini prostituta adolescente, o sea un escueto traje de conejita playboy, con esposas plumificadas como atrezzo. La gente entraba sin parar en la casa, que ya a las horas que eran (las 9 casi en punto) presentaba una estampa de descontrol total. Había vasos de plástico rojo por todos lados, botellas de vodka, ron y whisky, y un par de barriles de cerveza de esos portátiles que se han puesto de moda hace relativamente poco. La gente, ya con el puntillo encima, bailaba y gritaba por todos los lados de la casa y la música no paraba de sonar. Cuando entré en la cocina Wendy me atrapó entre la encimera que hacía esquina y ella, me intento seducir, y se lanzó hacia mis labios. 
                - Vamos arriba, sabes que quieres follarme, no lo niegues- su voz de borracha viciosa me creo un estado de pena y risa a la vez. ¿Cómo alguien podía haber perdido todo su encanto con solo un par de copas encima?
                - Ni de coña subo yo arriba contigo, y menos tal cual vas.
                - Pero si yo voy perfectamente - me soltó entre hipos y náuseas. 
                - Si me disculpas, paso de recogerte el pelo mientras hechas hasta la primera comida-Salí de la cocina y descubrí que la música había parado, los gritos y las voces habían desaparecido también, y todos miraban hacia un mismo punto, la entrada principal. 

                Sobre las 10 o así, hizo su entrada triunfal Cherry. Llevaba los ojos pintados con una gruesa línea de Khol más grande y negra de lo normal, el pelo le caía en hondas por los hombros y el vestido era tan trasparente que bien se la podía distinguir todo. Estaba cabreada porque de no haberlo estado, jamás hubiera aparecido sin ropa interior. Cherry cuando se cabreaba tenía la extraña manía de querer dar el cante. Pues bien, lo había hecho y a más no poder. Se había presentado a fiesta con un vestido casi transparente y sin nada debajo. Pero lo cierto es que estaba preciosa. Al entrar por poco se cae un par de veces ya que la resultaba difícil andar con esos pedazos de tacones, que parecían estar hechos de cristal. Todos seguían embobados. Cherry pasó de largo y se metió en la cocina justo cuando Wendy salió corriendo dirección al cuarto de baño con una mano tapándose la boca para contener el vomito. Cherry se giró y miró extrañada a Wendy.
                - ¿Y a esta qué le pasa ahora?- me pilló de sorpresa, mi única reacción fue mover la cabeza y decir: ¿qué? con voz de estúpido- Nada, que si puedes venir un momento a la cocina, tenemos que hablar- Entré en la cocina detrás de ella y cerré la puerta.
                -¿Se puede saber qué nos pasa? Hasta hace una semana nunca antes habíamos discutido- me dijo con voz de preocupación.
             - Hasta hace una semana no estabas tan susceptible y no te tomabas todo tan a pecho-le recriminé.
             - ¡Eso es porque hasta ese momento no había sentido que te perdía!
             - ¿Qué? Nunca, jamás me vas a perder, jamás nos separaremos, siempre tú y yo. Lo dije una vez y lo sigo diciendo, eres lo único que me importa en la vida. No sé cómo decírtelo, Cherry. No sé cómo hacer que creas que te quiero de verdad. No sé, de verdad que no lo sé y sabes.... Ya estoy dándome por vencido, porque sé que nunca seré tan bueno para ti como lo debería ser. Te quiero, Cherry, te adoro y no sé qué haría si algún día llegara a perderte. No sé si podría continuar lejos de ti.
                - Ohh Devian, serás tonto. Yo a ti también te quiero. Te quiero mucho, mucho, mucho.
                -¿Entonces...? ¿Todo bien?- pregunté con tono encantador e inocente.
                - Bueno... Di a todos que dejen de mirarme, casi muero de la vergüenza ahí fuera.
                - Normal, vas casi desnuda. Hasta a mi me cuesta desviar la mirada de tus pechos y eso que los tengo más que vistos- Me puso mala cara y me dio un beso.
                -¡Pinchas!- un faraón tenía que tener un poco de barba aunque sea.
                - No sabes cómo me pones así vestido.
                - Lo mismo digo.
                Los dos salimos riéndonos y cogidos de la mano. Por fin estaban los reyes de la fiesta. La noche continuó sin muchos sobresaltos. Bailamos, bebimos y presidí la fiesta como solo yo sabía hacer. Marcus, disfrazado de ¿Rey Arturo? y sus cromañones disfrazados, como no, ¿Lo adivináis? ¡Si, muy bien! De caballeros de la mesa redonda. Creo que encontramos a los ganadores del premio a los más originales. Bueno, lo dicho, que empezaron a empujar y a reírse de un chico que iba vestido de zombie. Los chicos le dijeron que se fuera y el pobre chico entre lloros se largo corriendo. Y las puertas de la casa se volvieron a cerrar. Yo me encaré a Marcus y le dije que quien coño era él para echar a alguien de mi fiesta y de mi propia casa. Él me contesto soy el que te va a partir la cara, cacho de nenaza. Sus monos de compañía comenzaron a aullar: ¡Maar-cus! ¡Maar-cus!
                El primer puñetazo me pillo desprevenido y me dio en toda la cara el segundo ya no. Le pare el puño a un palmo de mi cara, le miré y le dije: ¿Enserio crees que me vas a volver a dar?. Giré sobre mí mismo y le di un codazo en toda la cara, él se dobló hacia delante y yo aproveche para darle una patada en la cara, del impacto se cayó de espaldas y tiró a un par de compinches que intentaron agarrarle. Puede que no hubiera aprendido los nombres de las llaves ni respeto hacia mis contrincantes en judo, pero lo que sí había aprendido era a defenderme y a reaccionar rápido. Me giré y allí no estaba Cherry, el corazón me dio un vuelco, nadie que estuviera en la fiesta quería a Cherry allí, seguro que estaba en relativo peligro ya que en esa fiesta se encontraban todas las zorras del instituto. Subí las escaleras y me dirigí a mí habitación desde el pasillo se escuchaban los gritos de Wendy y los “ajá” de Rosse.
                -Demos una paliza a esta cacho de perra, me ha quitado al novio-escuché gritar a Wendy. Salí corriendo, ya que cuando Wendy decía de pegar lo decía enserio.
                -¿¡Qué cojones dices, cacho de guarra esquizofrénica! ¡Yo no te he quitado a nadie!
                -¡Rosse, cógela se va a enterar! Para que vuelva a creerse la novia de Dk
                -  Eh tú, señorita morcón, como te acerques un solo paso más a mí te reviento la cara esa de pan que Dios te ha dado, ¿está claro?- ¡Esa era mi chica! Abrí un poco la puerta de mi habitación para seguir escuchando, por él momento no parecía que Cherry estuviera en desventaja, pero si así lo fuera estaba preparado para salir en su ayuda, y espera un momento, ¿Esa cosa gorda y amarilla era Rosse? O dios mío, iba de pollo disfrazada, cómo lo pude olvidar, el mejor disfraz de todos, sin duda..
                -Rosse, ¿Qué haces? ¡Ataca! Que no te de miedo una pelirroja sin sentido de la moda.
                -Pe… per… pero… Wendy... – Rosse se giró hacia su dueña y se situó a su lado.
                -Ya veo que lo tendré que hacer yo sola- Wendy se acercó a Cherry y la empujó contra la cómoda que tenía justo detrás de ella. Abrí la puerta y entré en mi habitación, alcé un dedo hacía Rosse y la chisté en señal de que como se moviera la daba una patada en el culo y la echaba fuera.
                -Vuelve a tocar a Cherry y seré yo quién te parta la cara-  le advertí a Wendy. Ella se giró hacia mí y dejo ahí tirada a mi novia.
                -bueno si esta aquí el maricón de turno, ¿qué me vas a hacer? ¿Vas a pegar a una mujer? ¿Tan hombre eres?- Dijo Wendy retándome con una sonrisa de superioridad mientras se acercaba a mí.
                -¡Tú!- Wendy se giró hacia la voz de Cherry, que se había levantado y estaba detrás de ella, lanzó un zarpazo contra la cara de Wendy y después la tiró al suelo agarrándola de los pelos- Nadie llama marión a mi novio- Cherry dio una patada a la tripa de Wendy- Puede que él no te dé, pero te aseguro que yo si te partiré la cara, y además con mucho gusto- Wendy se lanzó contra Cherry, y Rosse y yo intentamos separarlas, pero era imposible a sí que Rosse gritó pidiendo ayuda y subió Marcus corriendo, separaron a Wendy y la preguntaron que si estaba bien, tenía la parte derecha de la cara un poco ensangrentada por el guarrazo que le había dado Cherry, y a ella le salía un hilillo de sangre que caía por el labio.  De pronto y sin previo aviso subió Ryan.
                -¿Tu qué haces aquí, Ryan? – Le dije entre confuso y cabreado, sabía lo que iba a pasar, lo sabía en el momento en que me di cuenta de que estábamos todos en aquella habitación; Marcus, Wendy, Rosse, Cherry, Ryan y yo.