El
último día de clase fue uno de los peores días de mi vida. No vi a Cherry en el
instituto, no me respondía a los mensajes, ni a las llamadas, no sabía qué
hacer, pero desde luego lo que no iba a hacer era ir a su casa, porque eso
seguro que la hacía cabrearse aún más. Cherry era de esas personas que cuando
se enfurruñan necesitan desconectar y alejarse del problema para coger fuerzas
y enfrentarse a él de cara. Además, la quería, sí, pero tampoco era plan de ir arrastrándose
para que me perdonara, no soy de ese tipo de gente. Si, podréis estar pensando:
que cabronazo, que mala persona, Cherry no se merece a alguien como tú. ¿Pero sabéis
por qué os cabreo tanto y os caigo tan mal? Porque veis algo de vosotros en mí,
porque soy una persona de verdad, que digo lo que pienso y no tengo miedo en
actuar como quiero. Algunas veces puedo ser cruel y pasarme un poco con algunas
personas, como por ejemplo con la gorda de Rosse, ¿Pero acaso esas personas no
se meterían conmigo o contigo a la mínima que pudieran? No soy mejor que nadie,
eso seguro, pero NI DE COÑA soy peor que tú. Cherry lo sabía y por eso me
quiere. Sabe que la quiero, que haría cualquier cosa por ella y por eso me
adora, igual que yo a ella. Y no pienso joder esta relación por un par de
niñat@s gilipollas que no saben ni lo que quieren. Ah y otra cosa que se me olvidaba, si soy un
creído, es porque lo puedo ser. Porque sé que estoy bueno no, lo siguiente y sé
que si me vierais alucinaríais. Cuando no era más que un piltrafilla delgaducho
seguro que no me oísteis pavonearme sobre nada, pero ahora que pudo, ¿Por qué
no hacerlo y disfrutarlo?
La fiesta comenzó y todos
se quedaban alucinados con mi disfraz, ¿O
tal vez con mi tableta? La verdad es que me quedaba genial, y me hacía estar
mucho más bueno y macizorro de lo que ya estaba. Era el rey de la fiesta. Pero allí
no había nadie que pudiera ser mi reina, porque ella aún no había llegado y
dudé mucho en que fuera a venir. Wendy llevaba puesto el típico disfraz de mini
prostituta adolescente, o sea un escueto traje de conejita playboy, con esposas
plumificadas como atrezzo. La gente entraba sin parar en la casa, que ya a las
horas que eran (las 9 casi en punto) presentaba una estampa de descontrol
total. Había vasos de plástico rojo por todos lados, botellas de vodka, ron y whisky,
y un par de barriles de cerveza de esos portátiles que se han puesto de moda
hace relativamente poco. La gente, ya con el puntillo encima, bailaba y gritaba
por todos los lados de la casa y la música no paraba de sonar. Cuando entré en
la cocina Wendy me atrapó entre la encimera que hacía esquina y ella, me
intento seducir, y se lanzó hacia mis labios.
- Vamos arriba, sabes que
quieres follarme, no lo niegues- su voz de borracha viciosa me creo un estado
de pena y risa a la vez. ¿Cómo alguien podía haber perdido todo su encanto con
solo un par de copas encima?
- Ni de coña subo yo arriba
contigo, y menos tal cual vas.
- Pero si yo voy
perfectamente - me soltó entre hipos y náuseas.
- Si me disculpas, paso de
recogerte el pelo mientras hechas hasta la primera comida-Salí de la cocina y
descubrí que la música había parado, los gritos y las voces habían desaparecido
también, y todos miraban hacia un mismo punto, la entrada principal.
Sobre las 10 o así, hizo
su entrada triunfal Cherry. Llevaba los ojos pintados con una gruesa línea de
Khol más grande y negra de lo normal, el pelo le caía en hondas por los hombros
y el vestido era tan trasparente que bien se la podía distinguir todo. Estaba
cabreada porque de no haberlo estado, jamás hubiera aparecido sin ropa
interior. Cherry cuando se cabreaba tenía la extraña manía de querer dar el cante.
Pues bien, lo había hecho y a más no poder. Se había presentado a fiesta con un
vestido casi transparente y sin nada debajo. Pero lo cierto es que estaba
preciosa. Al entrar por poco se cae un par de veces ya que la resultaba difícil
andar con esos pedazos de tacones, que parecían estar hechos de cristal. Todos seguían
embobados. Cherry pasó de largo y se metió en la cocina justo cuando Wendy
salió corriendo dirección al cuarto de baño con una mano tapándose la boca para
contener el vomito. Cherry se giró y miró extrañada a Wendy.
- ¿Y a esta qué le pasa
ahora?- me pilló de sorpresa, mi única reacción fue mover la cabeza y decir: ¿qué?
con voz de estúpido- Nada, que si puedes venir un momento a la cocina, tenemos
que hablar- Entré en la cocina detrás de ella y cerré la puerta.
-¿Se puede saber qué nos
pasa? Hasta hace una semana nunca antes habíamos discutido- me dijo con voz de
preocupación.
- Hasta hace una semana no
estabas tan susceptible y no te tomabas todo tan a pecho-le recriminé.
- ¡Eso es porque hasta ese
momento no había sentido que te perdía!
- ¿Qué? Nunca, jamás me
vas a perder, jamás nos separaremos, siempre tú y yo. Lo dije una vez y lo sigo
diciendo, eres lo único que me importa en la vida. No sé cómo decírtelo,
Cherry. No sé cómo hacer que creas que te quiero de verdad. No sé, de verdad
que no lo sé y sabes.... Ya estoy dándome por vencido, porque sé que nunca seré
tan bueno para ti como lo debería ser. Te quiero, Cherry, te adoro y no sé qué
haría si algún día llegara a perderte. No sé si podría continuar lejos de ti.
- Ohh Devian, serás tonto.
Yo a ti también te quiero. Te quiero mucho, mucho, mucho.
-¿Entonces...? ¿Todo
bien?- pregunté con tono encantador e inocente.
- Bueno... Di a todos que
dejen de mirarme, casi muero de la vergüenza ahí fuera.
- Normal, vas casi
desnuda. Hasta a mi me cuesta desviar la mirada de tus pechos y eso que los
tengo más que vistos- Me puso mala cara y me dio un beso.
-¡Pinchas!- un faraón
tenía que tener un poco de barba aunque sea.
- No sabes cómo me pones así
vestido.
- Lo mismo digo.
Los dos
salimos riéndonos y cogidos de la mano. Por fin estaban los reyes de la fiesta.
La noche continuó sin muchos sobresaltos. Bailamos, bebimos y presidí la fiesta
como solo yo sabía hacer. Marcus, disfrazado de ¿Rey Arturo? y sus cromañones
disfrazados, como no, ¿Lo adivináis? ¡Si, muy bien! De caballeros de la mesa
redonda. Creo que encontramos a los ganadores del premio a los más originales. Bueno,
lo dicho, que empezaron a empujar y a reírse de un chico que iba vestido de zombie.
Los chicos le dijeron que se fuera y el pobre chico entre lloros se largo
corriendo. Y las puertas de la casa se volvieron a cerrar. Yo me encaré a Marcus
y le dije que quien coño era él para echar a alguien de mi fiesta y de mi
propia casa. Él me contesto soy el que te va a partir la cara, cacho de nenaza.
Sus monos de compañía comenzaron a aullar: ¡Maar-cus! ¡Maar-cus!
El
primer puñetazo me pillo desprevenido y me dio en toda la cara el segundo ya
no. Le pare el puño a un palmo de mi cara, le miré y le dije: ¿Enserio crees
que me vas a volver a dar?. Giré sobre mí mismo y le di un codazo en toda la
cara, él se dobló hacia delante y yo aproveche para darle una patada en la cara,
del impacto se cayó de espaldas y tiró a un par de compinches que intentaron
agarrarle. Puede que no hubiera aprendido los nombres de las llaves ni respeto
hacia mis contrincantes en judo, pero lo que sí había aprendido era a
defenderme y a reaccionar rápido. Me giré y allí no estaba Cherry, el corazón
me dio un vuelco, nadie que estuviera en la fiesta quería a Cherry allí, seguro
que estaba en relativo peligro ya que en esa fiesta se encontraban todas las
zorras del instituto. Subí las escaleras y me dirigí a mí habitación desde el
pasillo se escuchaban los gritos de Wendy y los “ajá” de Rosse.
-Demos
una paliza a esta cacho de perra, me ha quitado al novio-escuché gritar a
Wendy. Salí corriendo, ya que cuando Wendy decía de pegar lo decía enserio.
-¿¡Qué
cojones dices, cacho de guarra esquizofrénica! ¡Yo no te he quitado a nadie!
-¡Rosse,
cógela se va a enterar! Para que vuelva a creerse la novia de Dk
- Eh tú, señorita morcón, como te acerques un
solo paso más a mí te reviento la cara esa de pan que Dios te ha dado, ¿está claro?-
¡Esa era mi chica! Abrí un poco la puerta de mi habitación para seguir escuchando,
por él momento no parecía que Cherry estuviera en desventaja, pero si así lo
fuera estaba preparado para salir en su ayuda, y espera un momento, ¿Esa cosa
gorda y amarilla era Rosse? O dios mío, iba de pollo disfrazada, cómo lo pude
olvidar, el mejor disfraz de todos, sin duda..
-Rosse,
¿Qué haces? ¡Ataca! Que no te de miedo una pelirroja sin sentido de la moda.
-Pe…
per… pero… Wendy... – Rosse se giró hacia su dueña y se situó a su lado.
-Ya veo
que lo tendré que hacer yo sola- Wendy se acercó a Cherry y la empujó
contra la cómoda que tenía justo detrás de ella. Abrí la puerta y entré en mi
habitación, alcé un dedo hacía Rosse y la chisté en señal de que como se
moviera la daba una patada en el culo y la echaba fuera.
-Vuelve
a tocar a Cherry y seré yo quién te parta la cara- le advertí a Wendy. Ella se giró hacia mí y
dejo ahí tirada a mi novia.
-bueno
si esta aquí el maricón de turno, ¿qué me vas a hacer? ¿Vas a pegar a una
mujer? ¿Tan hombre eres?- Dijo Wendy retándome con una sonrisa de superioridad
mientras se acercaba a mí.
-¡Tú!-
Wendy se giró hacia la voz de Cherry, que se había levantado y estaba detrás de
ella, lanzó un zarpazo contra la cara de Wendy y después la tiró al suelo agarrándola
de los pelos- Nadie llama marión a mi novio- Cherry dio una patada a la tripa
de Wendy- Puede que él no te dé, pero te aseguro que yo si te partiré la cara,
y además con mucho gusto- Wendy se lanzó contra Cherry, y Rosse y yo intentamos
separarlas, pero era imposible a sí que Rosse gritó pidiendo ayuda y subió
Marcus corriendo, separaron a Wendy y la preguntaron que si estaba bien, tenía
la parte derecha de la cara un poco ensangrentada por el guarrazo que le había
dado Cherry, y a ella le salía un hilillo de sangre que caía por el labio. De pronto y sin previo aviso subió Ryan.
-¿Tu qué
haces aquí, Ryan? – Le dije entre confuso y cabreado, sabía lo que iba a pasar,
lo sabía en el momento en que me di cuenta de que estábamos todos en aquella
habitación; Marcus, Wendy, Rosse, Cherry, Ryan y yo.