Corre,
sigue corriendo. Uno, dos. Uno, dos. No mires atrás, no puedes mirar atrás.
Hace tiempo que perdiste ese lujo. No tienes la posibilidad de parar, si lo
haces todo acabará, aquí y ahora. Pero... ¿sabéis lo peor de tener que seguir
adelante sin parar ni un solo segundo? Lo peor de todo son las lágrimas, se van
acumulando, acuden a tus ojos, deseando salir, tanto como tú deseas escapar de
todo. Escapar de los problemas y de las tonterías que el mundo te depara. Pero
en mi caso los problemas me persiguen, me persiguen y no dan un segundo de
descanso. Porque tienen hambre y quieren devorarme, acabar conmigo. Humn....
Acabar conmigo... Unos mitos de dolor, de inaguantable sufrimiento y todo
llegaría a su fin.
No más prisas, ni más agonía, ni más: ¿Qué pasará mañana?
En un segundo acabaría todo, para siempre. Un viaje de no retorno. No puedo pensar de ese modo, Cherry me está esperando. Sé que en este mismo instante está pensando en mí como yo en ella. Por ese motivo no me detuve ni un solo segundo, seguí corriendo y corriendo por las calles de la ciudad, con los putos muertos pisándonos los talones. Corrimos, corrimos sin mirar atrás hasta llegar a nuestro refugio. Las tres personas que nos habían salvado en aquel callejón también se guarecieron en el almacén.
En un segundo acabaría todo, para siempre. Un viaje de no retorno. No puedo pensar de ese modo, Cherry me está esperando. Sé que en este mismo instante está pensando en mí como yo en ella. Por ese motivo no me detuve ni un solo segundo, seguí corriendo y corriendo por las calles de la ciudad, con los putos muertos pisándonos los talones. Corrimos, corrimos sin mirar atrás hasta llegar a nuestro refugio. Las tres personas que nos habían salvado en aquel callejón también se guarecieron en el almacén.
Los putos muertos nos
siguieron hasta allí. Así que en unas pocas horas tuvimos que volver a correr.
Pero en esas horas me dio tiempo a darme cuenta de lo falsa que puede llegar a
ser Wendy y lo rastrera que es Rosse. También me di cuenta de lo ingenua que es
la gente. Wendy estuvo encandilando a Jonathan (un señor entrado en años), a si
se llamaba uno de los nos salvó. A cambio de protección y comida Wendy vendería
su alma al diablo. Pero en esta ocasión solo abrió las piernas, como de
costumbre. Después amenazó con contárselo a su mujer, y… ¿¡Adivináis quienes es
su mujer!? No sé cómo fue posible pero a si es, ella nos encontró y nos salvó
de los zombis. Comenzó a disparar con un
rifle de cazador de su marido, Jonathan. Allá va. La mujer e Jonathan es
la Sra. Smeet. Si, nuestra profesora de Lengua, la que me mandó que escribiera
este diario. El mundo es un puto pañuelo, tan mugriento y lleno de porquería
que es imposible no toparse con alguna mierda.
Después
de suplicas y más suplicas Wendy se salió con la suya y “nos” consiguió comida,
y una escopeta y otra pistola.( El “nos” lo pongo entre comillas, porque conociéndola
no nos las daría así por las buenas, pediría algo a cambio)
Tras
entablar una conversación más o menos larga con la Sra. Smeet comprendí que no
era la bruja asquerosa por la que se hacía pasar en el instituto. Si no que era
una adorable anciana con los pies en la tierra y un buen par de cojones. Me contó que los zombis entraron en su casa
cuando su marido estaba durmiendo, que ella cogió la lámpara de la camilla de
noche y atizó al zombie que había irrumpido en la habitación hasta abrirle el cráneo,
después despertó a su marido y los dos salieron de la casa armados con las armas
que Wendy nos había conseguido (dejándoles a ellos indefensos) y un puñado de
pastitas.
Cuando
los muertos lograron romper la puerta del almacén, comenzaron mis clases
prácticas de tiro. Pronto me familiaricé con la 9 mm que nos dejó Cherry y
empecé a ser realmente una ayuda. Terminamos
la matanza, cogimos nuestras pertenencias y nos fuimos corriendo. Erik, la
tercera persona que comente antes que nos salvó, hizo un puente a un camión del
almacén y subimos allí. Nos dirigimos hacia las afueras, todo fue tranquilo,
hasta que los faros del camión iluminaron entre la oscuridad de la noche a un transeúnte
al lado de la autopista.